No sé como empezar, porque lo único que me sale decir es: Woooowww!!! Es una novela tan bien escrita, tan profunda en muchas ocasiones, con un lenguaje tan cuidado y tan bonito y salpicada de frases que te hacen pensar tanto... Audrey ha conseguido expresar los sentimientos de su protagonista tan bien, que los puedes sentir continuamente en tu propia piel. Hay momentos en que sus reflexiones te ponen literalmente los pelos de punta. El personaje de Ashley es simplemente alucinante. Me he quedado totalmente sorprendido con su personalidad y su forma de ser. Y me ha encantado su carisma, su "calla y observa", sus pequeñas grandes dosis de sarcasmo, su inteligencia y su coraje. Es una historia muy bien hilvanada, dinámica y que encierra entre sus páginas más de lo que se espera leyendo la sinopsis. Y con ese torbellino de sentimientos, los misteriosos sucesos que van ocurriendo a bordo del barco, las reflexiones de Ashley y la aborrecible presencia de la familia Rickman, llegamos a uno de los finales más sorprendentes que he leído en los últimos tiempos. Es impresionante la forma con la que Audrey juega con el lector y con sus propios personajes. El final es redondo, sin cabos sueltos y resolviendo todas las cuestiones que se le plantean al lector a lo largo de la historia. Me encanta este libro porque nada es lo que parece, y al final ni siquiera tengo muy claro cual es mi sentimiento final. Creo que eso es lo que se pretende. Mi respuesta a la última pregunta que se nos plantea en el libro es: Totalmente sí. Sobre todo me quedo con el mensaje encierra el libro más allá del desenlace. A menudo nos empeñamos en construir nuestras propias cárceles en las que vivir encerrados. Creemos que eso es lo correcto y lo que debemos hacer, pero siempre hay una salida y habitualmente no está tan escondida. Solo debemos saber en todo momento qué es lo que nos hace felices, y hacer lo que creamos correcto. Callar, observar y seguir caminando... sin mirar atrás. + Leer más |