La dama del lago de Andrzej Sapkowski
- Frigilla - respondío Geralt al cabo-. Eres una mujer con la que un hombre solo puede soñar. Mi culpa es, y solo mía, que no tengo naturaleza de soñador. - Eres - dijo ella un instante después, mordiéndose los labios - como un anzuelo de pescador, que una vez clavado solo se puede arrancar con sangre y carne. En fin, yo misma soy culpable, sabía lo que hacía, jugando con un juguete peligroso. Por suerte, sé también cómo habérmelas con las consecuencias. Tengo en esto ventaja sobre el resto de la tribu de las mujeres. Él no dijo nada. - Al fin y al cabo -añadió-, un corazón roto, aunque duela mucho, mucho más que un brazo roto, se cura mucho, mucho más rápido. |