Todo va a mejorar de Almudena Grandes
Pensó que a Cristal no le hacía falta saber lo que acababa de contarle, que el simple conocimiento del asesinato de Yénifer podía ponerla en peligro, que había sido egoísta al revelar aquel secreto que la asfixiaba cuando estaba despierta y no la dejaba dormir por las noches. Pero mientras pensaba eso, olvidó muchas cosas. Olvido que estaba ante una mujer a la que las maras de Tegucigalpa habían dejado viuda antes de cumplir los veinticinco años. Que había dejado atrás, en la casa de sus padres en San Salvador, a dos hijos muy pequeños que habían crecido sin ella. Que había venido a España sola, sin dinero, sin contactos, y había logrado salir adelante.
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