La dama blanca de Alicia García-Herrera
Entonces le devolveré su estrella de plata. Será un honor hacerlo o, si no lo consigo en tiempo y he de volver al frente, pido al cielo ser herido para regresar a Le Touquet, aunque mi destino sea expirar entre sus brazos. No habría entonces muerte más dulce ni mejor paraiso. Siempre suyo, RONALD TOLKIEN |