Desde otro punto de vista de Varios autores
No eran las armas las que mantenían la obediencia de las personas, a pesar de lo que Motti, Krennic o Tarkin pensaran. Las armas irritaban a las personas, les recordaban que podía pelear. Era la mediocridad de la burocracia lo que los hacía aceptar su destino. Muéstrale a un hombre un bláster y verá la manera de tomarlo y usarlo en tu contra. Dile a un hombre que puede pelear en una corte y nueve de cada diez veces desaparecerá para evitar el tedio que esto implica
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