Pecado y virtud de
Mary Jo Putney
- Hace usted un montón de preguntas, lady Alys.
Había una nota sarcástica en su voz al usar su apodo.
Ella se mordió el labio.
-Lo siento. La curiosidad es mi constante defecto.
Él sonrió ligeramente.
-¡Qué suerte tener un único defecto, singular! Los míos se cuentan por docenas.
-Estoy segura de que tengo más de uno -dijo ella, un tanto indignada.
-¿Y cuáles podrían ser estos otros? - pregunto él, interesado-. ¿Dormirse durante el sermón del domingo?¿Codiciar el caballo del vecino?
Totalmente irritada ahora, Alys le espetó:
-Puedo hacerlo mucho mejor que eso.
Él se echó a reír a carcajadas.
-A lo mejor un día de éstos me puede contar toda la lista de sus vicios, señorita Weston. Me encantaría saber cuáles son.