Qué difícil es ser dios de Arkadi Borís Strugatski
–Lo esencial del humano decía Budaj sin dejar de comer despacito– es la maravillosa facilidad con que se acostumbra a todo. No hay nada en el mundo a que no pueda acostumbrarse el humano. Ni el caballo, ni el perro, ni el ratón tienen esta facilidad de adaptación. Es posible que dios, cuando creó al humano, comprendiera las penalidades a que iba a estar sujeto por eso le dio una reserva enorme de fuerza y de paciencia. No es fácil decir si esto es bueno o malo. Si el humano no tuviera esta paciencia y aguante todas las personas buenas se habrían muerto ya y en el mundo no quedarían más que los malos y los insensibles. Por otra parte, la costumbre de aguantar y adaptarse convierte a las personas en animales mudos, que no se distinguen de los otros más que en su anatomía y por tener menos defensa. Y cada día engendra nuevo espanto, maldad y violencia.
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