La pasión de Mademoiselle S. de Anónimo
Nada más cerrar la puerta, me abres los brazos, y yo me acurruco en ellos temblando de deseo y de amor. Tu boca se une a la mía en un beso sin fin que nos embriaga a ambos. Tu mano se desliza despacio hacia mis muslos, mientras yo busco tu polla, que ya yergue un poco su altiva cabeza. Descubres por fin el agujerito que tanto te gusta, y tu dedo tenaz me penetra mientras yo te masturbo la polla, y mi mano busca cogerte los huevos para acariciarlos con ternura. Con nuestros labios unidos, seguimos abrazados el uno al otro, y poco a poco crece el deseo, más imperioso.
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