La pasión de Mademoiselle S. de Anónimo
Pon sobre esta carne malherida tus labios amados. Hazme olvidar con tus besos la dura prueba que tu vicio cruel me ha impuesto. Acaricia todo este cuerpo que es tuyo. Que tus manos me recorran entera. Acaríciame los senos, el vientre y los muslos, deslízate entre mis piernas y, ahí, bajo el vello oscuro, acerca tus labios húmedos al botón erecto que reclama tu beso. ¡Ah, qué dulce minuto! |