Las mil y una noches de Anónimo
¡Cuántos libros se quita la gente de en medio con ocasión de las mudanzas! ¡Qué sería de la profesión de librero de viejo si la gente no cambiase de domicilio! Los dos tercios de mis fondos proceden de los que se mudan; el resto de los que, una vez leído un libro, se desprenden de él, o de los que, habiendo empezado una tesis, no quieren distraerse con libros que no son de su especialidad. A fin de cuentas, a poca gente le gusta conservar los libros.
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