Alan Le May
En ocasiones cuando Mathilda se inclinaba sobre un lecho de estos pensamientos, removiendo los terrones de tierra con suaves dedos, Rachel podría haber jurado que todas las florecillas se giraban hacia arriba y miraban la cara de Mathilda, como si quisieran hablarle. ¿Por qué no? Mathilda a veces hablaba a las flores.
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