Alan Le May
Rachel no dudó ni un instante de que era de sangre kiowa. Había demasiadas cosas que lo probaban, además de la convicción que tantos mantenían acerca de las afirmaciones de Abe Kelsey. (...) Y cómo malgastaban todos los limones que podían conseguir intentando hacer cremas para aclararle la piel. Y que nunca le permitieron llevar mocasiones con cuentas de colores ni nada con aspecto indio.
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