Usedtoshine

¡Hey! Quiero estar conectada a la comunidad lectora, pero suelo estar escondida en el balcón de mi habitación con un buen libro en las manos.

Tengo un problema con los libros. Ya, lo sé. No eres mi psicológo y no te pagan para leer desvariaciones de una bibliófila chalada, pero necesito contarlo.

Si un libro me gusta a niveles obsesivos, me olvido de todo. Y no debería, tengo que estudiar y todas esas trivialdiades mundanas, pero es que ni aún escondiendo el libro en el sótano soy capaz de dejar de pensar en qué narices va a ocurrir con esos personajes de un internado de Alaska, de las Highlands o del pueblo más extravagante de Virginia.

Que sí, que ya sé que no eres mi psicólogo, pero escúchame un momento.

No sé qué hacer. Es que aunque lo termine sigo dándole más vueltas que a una peonza y mareo tanto el libro que al final me suplica que lo vuelva a leer. ¡Y lo hago! Lo vuelvo a devorar mientras los apuntes de Fisiología humana me miran suplicantes desde el escritorio, como diciendo: Lucía, que nosotros queremos descansar en verano. Pero, nada, no me convencen. De hecho, me están mirando ahora; la médula suprarrenal en mayúsculas sin decirme nada. Y al otro lado "Sentido y sensibilidad". Demonio y ángel. El ello y el super yo, según Freud. Ay, que yo no tengo la fuerza de voluntad de hierro, así que espero que Sigmund me perdone porque sin libros no soy Lucía y sin Lucía... esta locura no tendría sentido.