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Antes de empezar esta reseña, debo decir que le agradezco a Ana Loras por darme el empujón final con su reseña para animarme a leer a Víctor del Árbol, autor que ya estaba en mi radar, pero cuya obra iba postergando en favor de otros escritores y otras historias. ¡Gracias, Ana! Una recomendación maravillosa. Nadie en esta tierra comienza con todo, no para, te sumerge. Una historia de esas que estruja, que aterroriza por momentos porque toca uno de los temas más terribles que pueden existir. Un policía, muy malito de salud, va a tener que enfrentarse a un montón de situaciones que cada vez se pondrán más peliagudas. No hay tregua para Julián Leal. Misterios propios y ajenos, pero todos oscuros, todos azotando su vida sin piedad. Con un narrador muy particular, y este policía enigmático, los lectores descubriremos poco a poco detalles de un pasado desolador. El presente tampoco se presentará sencillo. Víctor del Árbol es un gran narrador. Sabe llegarnos, sabe confundirnos, arrastrarnos como muñecos de trapo por esos mundos que preferiríamos no ver, y lo hace con un gusto y un estilazo que encandila. No solo supo construir una buena historia, también logra imprimir un sello único gracias al buen uso de las palabras. Una novela a la altura de las grandes obras negras anglosajonas contemporáneas que todo mundo lee, y superior en muchos aspectos. Si Víctor del Árbol hubiera nacido gringo o inglés, ya estaría forrado en billetes porque Nadie en esta tierra lo tiene todo. Una España criminal, un México bárbaro, personajes que atraen muchísimo, crímenes, venganza, corrupción, el lado más horrible de la vida; este autor nos lleva hasta las faldas del abismo y los lectores no podremos quitarle la vista a eso que está debajo, al sótano donde se almacena lo más abyecto de la humanidad. Nadie en esta tierra es una gran novela negra. Mi pequeño “pero” es la parte mexicana. Ay, señor Víctor, se le fue la mano con el barrio de Tepito. No hay solares en esa parte de la ciudad. Lo que falta ahí es espacio. Tepito es un barrio de calles agobiantes. Entre puestos, carretilleros, vendedores y público en general, Tepito no se puede permitir solares y rincones vacíos. Tampoco hay calles sin pavimentar; la lluvia no genera lodazales allí. La lluvia en esa parte de la ciudad lo que genera es un tráfico de muerte, atascos que duran horas. La lluvia genera un caos gigante en un lugar ya caótico de por sí. Pero bueno, se le perdona el detalle porque su novela es buenísima y porque con ese narrador se le puede perdonar todo. ¿Y la peli, pa' cuándo? Yo voy corriendo al cine. de verdad, esta historia sí vale una versión cinematográfica. Negras y criminales lecturas para todos. |
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