La dama púrpura

Es la primera novela que leo de este autor y debo decir que ha sido extensa, pero toda una delicia.
Ir de viaje al año 769, cuando una jovencita sueña un futuro de grandeza y, por la convergencia del universo, como se diría hoy, se convierte en emperatriz del Imperio romano, y más tarde en emperador, es increíble.
Sí sí, como oís, asumió el título masculino rompiendo con el protocolo establecido.
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Me ha gustado mucho que se le diera voz a esta mujer, borrada y silenciada en la Historia, por desconocimiento, falta de interés o porque se le da relevancia a otras familias imperiales en la imaginación de nuestros escritores.
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Hay muchísimos personajes, perfectamente detallados y, lejos de confundirte, tejen este magnífico tapiz en la gran Constantinopla, capital del Imperio romano en su época.
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Sus creencias, inseguridades, valores, virtudes y defectos nos llegan tan adentro que la trama casi se convierte en parte de nuestra vida.
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La evolución de Irene es absolutamente brutal, la fidelidad de los suyos, la traición de los otros, las controversias que la rodean, pero, sobre todo, su carisma, su valentía y su fuerza han hecho que me enamorara de este personaje.
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Con un estilo claro y cuidado, el autor nos conduce perfectamente por la época haciéndonos vivir, incluso con los sentidos, cualquier escena, ya sea en Constantinopla, en Damasco o en la mismísima corte de Carlomagno.
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Un punto importante para mí ha sido la narración de episodios mitológicos que inserta en la trama, sin verse forzados, y que cualquier lector disfrutaría en ese recorrido. Y la documentación exhaustiva que ha tenido que realizar el autor para construir esta narración.
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Pasión, intriga, aventuras, momentos épicos, momentos crueles, historias de la Historia.
¡Fenomenal! Por muchos años en la púrpura, Irene de Atenas, emperador del Imperio romano.