La segunda sorpresa del amor

Lisette:
Me gusta todo lo lindo, por lo tanto me gustas tú. Eso es lo que se llama un argumento.

Hortensius:
La razón es un precio ante lo que cede , no es sino nuestra verdadera grandeza. Con ella se tienen necesariamente todas las virtudes. En fin, el más respetable de los hombres no es el más poderoso, sino el más razonable.

El Caballero:
¡El amor! ¿El amor suprime la razón? No es cierto. Yo jamás he sido más razonable desde que amo a Angélica, y la amo excesivamente.

Lubin:
¿Vos sois el librero y la librería a la vez?¿ Y qué hacéis con todo eso que tenéis en la cabeza?
Hortensius:
Alimentar mi espíritu.
Lubin:
Me parece que ese alimento no aprovecha, os encuentro muy delgado.

Hortensius:
Escucha: ¿quieres un remedio infalible? Lloras a una mujer: consigue otra.

La Marquesa:
En verdad, pareciera que las penas en el mundo fueron hechas sólo para las gentes decentes.

Hortensius:
Escuchad.Uno debe el corazón a quien le entrega el suyo, yo os doy el mío: ergo, vos me debéis el vuestro.

Hortensius:
La retórica que sé sobre esto, Mademoiselle, me la han enseñado sus bellos ojos.
Lisette:
Eso que decís es maravilloso, yo no sabia que mis bellos ojos enseñaran retórica.