¡Hable! ¿Quién puede causar su turbación y la suya? ¡Ah! Lejos de recibir así mi amor y el imperio, la escucho gemir males de los cuales él suspira. |
¡Hable! ¿Quién puede causar su turbación y la suya? ¡Ah! Lejos de recibir así mi amor y el imperio, la escucho gemir males de los cuales él suspira. |
Aecio, mismo, envidioso de mi gloria, reservándose para él todo el honor de la victoria, me aleja del ejército y, cerca del emperador, en cuidados pacíficos, adormece mi valor |
No temas nada, Mi orgullo es siempre más fuerte. Del orgulloso Aecio, no soy amada, del amor por las grandezas, su alma está inflamada. |
Mi corazón vería con ojo envidioso, la mayoría de personas esclavizadas bajo mi ley, mil veces más tranquilas y felices que yo. |
Atila, este nombre solo debe hacerle comprender el horror que su furor gustaba difundir, ya que se creía, entre sus títulos vanos, enviado del cielo para castigar a los humanos. |
La traición es sólo un crimen en idea
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Si el amor, en secreto, le interesa por él, yo mismo, pretendo unirlos hoy. Pero si, triste y forzada a guardar silencio, sólo sigue sus leyes por obediencia, o tendré el placer de expirar a sus ojos o la liberaré de este yugo odioso |
Llego rodeado de una gloria suprema, y aprendo que mis males han tocado lo que amo. Debería mi felicidad durar sólo este día, no me quejaré más de la suerte ni del amor. |
Y bien, Señora, vaya a descubrirle mi crimen, de sus sospechas celosas, hágame la víctima, hágale observar cuán ingrato soy, trate esta conversación como el más negro atentado. |
En vano, he visto por doquier la victoria seguirme, de todos estos enemigos que tengo que superar, mi amor es el único que no puedo domar. |
¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?