Las diabólicas

A pesar de estar englobado en el romanticismo tardío Jules Barbey d'Aurevilly cumple con el prototipo de escritor romántico del XVIII/XIX. No solo llamaba la atención por su indumentaria, también por una obra literaria cuya estética estaba distanciada del panorama artístico ilustrado. Lejos de las corrientes estilísticas clásicas su escritura derrochaba misterio y pasión. 𝘓𝘢𝘴 𝘥𝘪𝘢𝘣ó𝘭𝘪𝘤𝘢𝘴 (un conjunto de seis relatos de pasiones y de crímenes) es un claro ejemplo.

En cierta medida, estos relatos me recordaron a los cuentos de Edgar Allan Poe. Estoy seguro de que el autor bebió de su influencia a la hora de narrar las historias. Su estética (aunque mucho más comedida y realista que la del autor estadounidense y sin llegar a caer en lo sobrenatural) rezuma un estilo provocador, oscuro y misterioso.

El papel de la mujer es muy importante aquí. Son enigmáticas, puede que hasta imaginarias, súcubos del inframundo. Son fuente de seducción, de venganza y de violencia y, a la vez, objeto de las pasiones más exaltadas y de la admiración del hombre (reflejado siempre como el típico dandi burgués y refinado). Como lectores nunca nos sumergimos dentro de sus pensamientos y esto nos conduce hacia un final inesperado.

Aunque no he admirado todos los relatos por igual si que he apreciado bastante el lenguaje satírico y distante que tiene el narrador a la hora de mostrar unos hechos que, en cualquier otro caso, podrían resultar trágicos y violentos, casi rozando los límites del terror. Yo destacaría La venganza de una mujer, La Felicidad en el crimen y La cortina carmesí.