El tema es picante. Es el juego desvergonzado de dos hermanas por la atención de los hombres, o más bien por vencer a la otra, porque de celos morían por su pluralidad (son gemelas). Pero es Zweig y otra vez lo vuelve a hacer. Basta con querer leer algo corto y hermoso y definitivamente es él, quien no defrauda jamás. Esta vez se alejó de su zona de confort pero no dejó de hacerlo genial (como todo). Hay sensualidad y picardía sin haber jamás grosería. Hay diversión y relajación sin perder el estilo, la prosa, la magia. Otra vez una fábula o un cliché es, mediante su pluma arte. El doble, la rivalidad, la sensualidad, lo virtuoso se pone de manifiesto en esta obra que leída entre líneas, también tiene su moraleja: el tiempo no perdona y cobra. El genio dejó otro relato exquisitamente (adverbio terminado en MENTE, lo siento) escrito. |