Este libro es cojonudo para leerlo en tu sillón favorito junto a tu perrito tumbado a tus pies, en el mejor sitio posible, bien calentitos los dos, ahora que hace frío. Es posible que algo parecido se le pasó por la cabeza a Zweig cuando escribió este relato corto metiendo un dedo en el ojo a los que miman en exceso a sus mascotas. Zweig habla aquí de los celos y las consecuencias de ello, a la vez, para mí, es una crítica hacia ciertos dueños de animales domésticos. |