Clarissa

Siempre es un placer leer un buen libro y cuando éste nos obliga a reflexionar para cuadrar todos sus elementos se convierte en todo un reto bibliográfico.
Antes de leer Clarissa, estuve buscando críticas e información sobre la novela que más que orientarme me despistaron bastante a la hora de interpretar esta obra.
Se repite hasta la saciedad que Clarissa recoge el legado humanístico de Zweig y buena parte de su visión del mundo.
Desde mi punto de vista (totalmente discutible) la novela puede leerse de otro modo: Clarissa es la historia de la vivencia del amor por parte de la protagonista en sus diversas modalidades.
Así experimenta el amor de su padre, frío y tímido, que se manifiesta en las visitas semanales al internado y en el seguimiento pormenorizado de su avance académico a través de estadísticas y anotaciones. Heredera de la forma de ser de su padre, Clarissa no tiene muchas amigas si bien la que tiene no es una muchacha cualquiera. Marion, que así se llama la joven, llega al internado donde triunfa entre las alumnas, aunque sólo por un breve tiempo, hasta que se descubre su verdadera historia.
Al salir del internado, Clarissa ve a su hermano (una figura que aparece en contadas ocasiones en la novela) y tras una conversación con su padre, decide buscar un trabajo que le guste.
En este proceso encuentra a un valioso amigo, el doctor Silverstein, un conocido psiquiatra que le orienta y le anima a ir a un congreso a Lucerna, donde conocerá a Leonard. Clarissa y él se harán amigos, compartirán sus ideas y al finalizar el congreso, establecen una relación sentimental en la que las efusiones emocionales son menos importantes que las ideas que comparten. Este amor de verano acaba con el estallido de la Guerra Mundial. Leonard vuelve a Francia y Clarissa regresa a su país de origen, donde descubrirá que ha quedado embarazada.
Preocupada por las repercusiones que el tener un hijo de un francés justo en un momento de guerra con ese país, baraja la idea del aborto que consulta con su amigo Silverstein. Finalmente decide seguir adelante y tendrá un hijo varón, que como señala el narrador en el último capítulo, será lo único que le quede a Clarissa.
Esta novela es pues un recorrido por el amor filial, de amistad, laboral, sexual y maternal de Clarissa, una especie de bildungsroman, en la que la plenitud del amor parece estar encarnado, al menos para la mujer, por los hijos.
La obra además está repleta de reflexiones sobre muy diversos aspectos que se incluyen en la obra como elementos sencillos pero que son fruto de una vida ya plena y terminada: la naturaleza del tiempo, la crueldad de los jóvenes, la honradez e idealismo encarnado por unos personajes (como el padre de Clarissa o Leonard) frente a la corrupción de otros (el que se convertirá finalmente en su esposo), la necesidad de tomar decisiones contrarias a las idea personales para evitar el daño de los más débiles, el papel de la mujer en el trabajo, en la guerra y en la familia; el aborto o la hipocresía de la sociedad.
Se trata una novela que en ocasiones juega con el desconcierto que provoca su trama para despertar la conciencia del lector e invitarle a reflexionar.