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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
26 October 2023
Émile Zola es uno de mis autores preferidos, del cual me gusta leer alguna novela al año. Y este ya me tocaba ponerme con el que probablemente sea uno de sus trabajos más conocidos, y al que tenía muchas ganas. Publicada en 1880, “Naná” es la novena obra del ciclo de los Los Rougon-Macquart, el famoso proyecto de Zola que en el que el autor bosquejaba un retrato fiel de la sociedad francesa durante el Segundo Imperio, representando los cambios de todo tipo que hubo en ese periodo, según los principios de la novela naturalista. En concreto, la protagonista homónima del libro pertenece, dentro del entramado familiar, a la rama bastarda de los Macquart, cuyos miembros están influidos por los defectos y las taras que conlleva su herencia genética, siguiendo los criterios del pensamiento determinista, que tan importante era para el género literario del naturalismo, del que Zola es uno de sus máximos exponentes. de hecho, “Naná” forma parte de una suerte de trilogía dentro del conjunto junto a “La Taberna” y “Germinal”, tres libros en los que aparecen y se mencionan a los mismos miembros de la familia, siendo posiblemente las tres obras más conocidas de la producción de Zola.

Me parece interesante adjuntar un breve resumen de lo que el naturalismo que puede encontrarse en la página de wikipedia dedicada a la otra que nos ocupa, que creo que es breve y directa en su definición del movimiento : “ El movimiento naturalista continúa el ideal de plasmar la realidad de forma minuciosa y objetiva, pero añadiéndole una visión determinista y pesimista. Así, el Naturalismo se consagra como movimiento en el que la realidad se nos presenta con la carga añadida de la herencia genética, que limita al humano y le determina, haciendo imposible una huida de las condiciones sociales que le oprimen” . El propio Zola en su debut literario con “Thérèse Raquin” escribió en el prólogo de dicha obra la definición más conocida de este movimiento: “En Thérèse Raquin pretendí estudiar temperamentos y no caracteres. En eso consiste el libro en su totalidad. Escogí personajes sometidos por completo a la soberanía de los nervios y la sangre, privados de libre arbitrio, a quienes las fatalidades de la carne conducen a rastras a cada uno de los trances de su existencia […] Léase la novela con atención y se verá que cada capítulo es el estudio de un caso curioso de fisiología […] echarlos (a los personajes) en brazos de un drama violento y anotar escrupulosamente las sensaciones y actos de dichos seres. Me he limitado a hacer, en cuerpos vivos, el trabajo analítico que los cirujanos realizan en los cadáveres”.

Sin todo este contexto social y literario, ampliamente estudiado, uno puede sentirse apabullado al meterse con la bibliografía de Zola. Es un escritor al que no se le puede poner ni una cosa negativa como autor. No se corta ni un pelo a la hora de representar a sus protagonistas, no ahorra a sus lectores ningún dato espinoso y se recrea en todos sus matices, describiendo, en todo su esplendor y podredumbre, la inmundincia de su degradación humana en la Francia en la que vivió, que van al compás de su compleja situación política y social y de las abismales diferencias entre grupos sociales. Este último aspecto será una parte esencial de esta “Naná”, como veremos a continuación.

En el vibrante Paris del siglo XIX la joven Naná Copeu trata de ganarse la vida como actriz de variedades y prostituta. Dueña de una personalidad arrolladora y una belleza deslumbrante, Naná consigue que todos los hombres caigan rendidos a sus pies, usándoles para prosperar y enriquecerse, valorando más sus posibilidades económicas que el verdadero amor que sienten hacia ella y usándoles sin ningún escrúpulo. Y así, como una suerte de mantis religiosa, esta mujer empobrecerá y llevará a sus amantes hasta una absoluta degradación moral y humana que es paralela a su propia corrupción, gestada por causas superiores a ella, su propio egoísmo y el desprecio hacia los estamentos sociales a los que sabe que no puede llegar.

Como ya dije al principio, Zola es uno de mis autores preferidos, uno que me ha dado muy buenas lecturas. Pero en esta ocasión, por varios motivos personales, quizás no haya sido para mi el mejor momento de ponerme con una de sus novelas, ya que no tenia la cabeza para concentrarme en una lectura tan municiona. Se trata de un autor exigente con el que es imperativo prestar atención desde que empiezas a leerle, con unos principios que pecan de ser muy lentos y pesados hasta que uno aterriza en la historia y está empieza a desenvolverse. Es entonces cuando las historias que nos trae se vuelven algo único y que atrapan. Es algo con lo que personalmente, ya contaba cuando empecé este libro, es, si puede decirse así, una de sus señas de identidad. Pero en esta ocasión siento que el autor francés se recrea demasiado en las descripciones, su principio es excesivamente lento. No es hasta que pase más de la mitad de la lectura cuando ésta empezó realmente a interesarme. Siento que en esta ocasión Zola tarda bastante en ponerse en marcha narrativamente, más, incluso que en otras obras que he leído suyas. Se toma demasiado tiempo para colocar las bases de la novela, dedica demasiado tiempo a preparar la ambientación en la que va a desenvolverse la trama y a introducir al lector en la misma, pone en el tablero a demasiados personajes, muchos de los cuales al final no son especialmente relevantes para la trama. Y todo esto se traduce en capítulos muy extensos, en los que uno lee y siente que no avanza. Y para mí eso ha pesado mucho en esta lectura, ha hecho que haya tardado mucho en conquistar o en parecerme mínimamente interesante. Tengo la impresión de que lo que aquí ha marcado los compases es que la obra se centra demasiado en lo descriptivo, ya que al final no hay una trama propiamente dicha como en otras del mismo autor, todo se basa en episodios de la vida de Naná y en los vaivenes y tumbos que va dando por la vida, en los personajes con los que va relacionándose, y compartiendo fortuna en los diferentes episodios de su azarosa existencia.

Pero hay que decir, que una vez que consiguió atraparme, no pude menos que disfrutar de esta historia tan canallesca. Los últimos capítulos de “Naná” son simplemente soberbios, con un Zola en absoluto estado de gracia haciendo lo que mejor sabe hacer: componer una obra llena de matices en la que se ve la pobedrumbre moral y social de la Francia del siglo XIX y hacer unas descripciones psicológicas de sus personajes brutales e incisivas, que, como dijo el propio autor más arriba, son “en cuerpos vivos, el trabajo analítico que los cirujanos realizan en los cadáveres”. Leyendo uno siente que conoce todos los resquicios de los personajes, sus zonas más oscuras y vergonzosas. de alguna manera, los personajes de este autor son como pozos negros de oscuridad a la que el lector se asuma y que no puede evitar que le atraiga.

Como buen cronista del mundo en el que se movió y en el que vivió, Zola es un escrito que da mucha importancia a las descripciones, tanto físicas (de espacios, objetos, lugares y atmósferas) como psicológicas. Pero eso sí, su forma de describir las atmósferas de ese París del siglo XIX y del contraste entre el mundo burgués y noble y la sórdida que lleva su protagonista vida y sus compañeros son sublimes. Logra meterte totalmente en esos mundos y en esa atmósfera, de una forma increíblemente potente y plástica. Uno puede sentir que se mueve por las calles de ese Paris colorido y burbujeante, que puede tocar a sus paseantes, tener delante los edificios que las componen, respirar sus olores y sentir su atmósfera. Y lo mismo puede decirse cuando toca colocar las escenas en el teatro de variedades,donde la protagonista actúa mediocremente. El lector puede notar como se incrusta en los poros de su propia piel la suciedad, que impera en las zonas reservadas para los actores, como el calor se convierte en sudor sobre su propia piel, paladear en la boca, los olores a inmundicia humana y sudor, sentir la atmósfera decadente e impúdica que envuelve a todos los personajes que se dejan caer por ese lugar.

Porque eso es “Naná”. Una historia sobre impudicia y decadente. El contraste entre los dos mundos, el de las clases altas, y bien pensantes, seguras de su posición económica y social; y las más bajas, aquellas que se encuentran en el libertinaje más abierto y abyecto su forma de vida, es apabullante, y Zola la representa sin ningún tipo de cortapisas. Dicho contraste es representado con todos sus matices. Y la gente más rica es hipócrita, sus miembros solo piensan en sí mismos y no sienten ningún tipo de simpatía por aquellos que son más pobres. Los cuales les desprecian abiertamente para contrarrestar la envidia que les producen, a la par que les utilizan sin ningún tipo de escrúpulos para conseguir una posición social y económica más estable. El conseguir la prosperidad es una guerra, para la cual se utiliza cualquier tipo de arma, una contienda en la que no hay nada sagrado, ni la amistad, y el amor, ni el matrimonio, ni la familia. Todo en esta novela tiene un matiz sórdido y sucio, la crítica de Zola hacia el mundo de la burguesía y hacia la vida nocturna y Bohemia de la Francia del siglo XIX es tan acida y contundente que corroe.

Y todo esto, desemboca en ella, la gran y absoluta protagonista de la obra. Desde luego, el título no fue elegido al azar, o de forma poco meditada. Todo empieza y acaba con ella, con Naná. Ya desde el primer capítulo vemos la atracción que ejerce entre el resto de personajes, y empezamos a ser conscientes de cómo va a ser quien lleve la batuta de toda esta historia. En este primer capítulo, se estrena como actriz, interpretando a vernos, y apareciendo en el escenario, un poco menos que su propia piel. Como actriz, desde el primer momento sabemos que eso absolutamente mediocre. Pero esta su carisma y la fuerza de su personalidad, que no necesita nada más que su belleza y su propia persona. Prácticamente toda París se ha dado cita en el teatro para ir a verla, su nombre está en boca de todos, la excitación por verla se palpa en el ambiente, es tan fuerte que tiene algo de táctil y esta atracción que ejerce sobre el público, pronto se convertirá en su forma de vida. Y es que menudo personajazo que es Naná. Es una femme fatale que tiene algo de adorable, incluso de infantil. Es lista y pragmática como ella sola, sabe lo que es y sabe lo que tiene que hacer para salir a flote perfectamente. En esa dicotomía en la que el personaje se mueve durante todo el libro, lo que marca todos sus matices y la evolución que va teniendo a lo largo de la historia. Porque si bien, al principio de esta si nos presenta a la protagonista de una forma bastante pícara, poco a poco, como esa, maldita degradación de la que no puede escapar, se apodera de ella, y conocemos los aspectos más oscuros y dictatoriales de su personalidad.

Pero al mismo tiempo tiene algo que hace que sea imposible que hace que sea imposible de odiar, que consigue que brille y que la convierte en un personaje realmente encantador, a veces, incluso bonachón. Tiene muchos matices, y el autor la trabaja con fina y contundente inteligencia narrativa. Todo se cimenta en su ambición desmedida, su belleza, la indiferencia casi infantil con la que usa a los hombres para conseguir sus fines, en cómo prima para ella el dinero por encima del amor de verdad, y en la rabia de no poder acceder a la clase más alta pese a todo sus tejemanejes y a todo el dinero que consigue de sus amantes. Y como esa rabia se camufla en absoluto y soez desprecio hacia ese grupo del que nunca formará parte, en la lujuria y en el despilfarro económico. Un punto de inflexión serán unos capítulos muy extremos en los que vemos a una Naná que pierde el norte, por su relación con un compañero del teatro, juntan, que la maltrata física, psicológica y monetariamente. Esta, creo, es una parte importante de largo evolutivo de Naná. La hija de los bajos fondos, el producto de la unión entre dos borrachos, la adolescente que escapó de su casa para convertirse en bailarina, ve que cae incluso más bajo de lo que su condición social por nacimiento, la colocado en la vida. Y eso, marcará la evolución de la chica hasta un punto sin retorno, uno más oscuro y carente de piedad. Como veis , Zola no daba puntada sin hilo, todo en él está muy calculado y premeditado, y tiene su explicación,

No me extraña nada toda la polémica que suscitó “Naná”, cuando salió publicada por primera vez. No, solo porque sea una obra decadente y muy crítica con la sociedad del momento. También es una obra sucia, en la que se usa un lenguaje y metáforas sobre la podredumbre y la sociedad, en la que se habla sobre el sexo y la lujuria que imperan en la vida de una prostituta de una manera tan abierta que seguro que impactó a muchos lectores del momento. Zola fue un autor muy adelantado a su época en muchos aspectos, que se atrevió hablar de muchos temas que no aparecían habitualmente en la literatura de la época. Y aquí no solo describe con lujo de detalles las aventuras y detalles eroticos de su protagonista, una meretriz que se ve con varios hombres a la vez sin ningún pudor. En su peregrinar lubrico también aparecerán el sadomasoquismo y el lesbianismo, que son tratados con el mismo tono directo para los demás aspectos de su texto. No hay que olvidar, por supuesto que esto se trata desde una perspectiva muy decimonónica, que condena estos vicios. Pero nací sorprende mucho por la forma tan abierta en que se habla de estos temas, y más teniendo en cuenta la tendencia moralista que imperaba en la literatura de la época. Que es la que manda en el capítulo cierra la novela, que quizás a mí me ha parecido un poco precipitado. Se pasa de puntillas en ciertos aspectos biográficos de Naná, y su final me ha parecido sorprendentemente convencional para los rompedora que ha sido el resto de la obra. Quizás, lo que sale este capítulo, es que en el se ve muy bien la situación política de la Francia, del momento, en el resto del libro se insinuaba, pero tampoco era lo primordial.

En definitiva ¿se puede decir que he disfrutado de leer “Naná” Rotonda y absolutamente sí. Zola, como autor, no defrauda. Es uno de los grandes de la literatura de todos los tiempos por méritos propios. Sin embargo, ya he comentado más arriba que hay varias cosas que me han pesado de este libro. Me parece que tiene un principio demasiado lento, pesado y atmosférico, que se me hizo incluso aburrido de leer. Y eso es algo que no esperaba de uno de los trabajos más famosos e importantes de uno de mis autores preferidos. Me hubiera gustado que la narración hubiera sido más dinámica y centrada en la trama. Pero al mismo tiempo, soy consciente de que estamos ante un libro sin trama propiamente dicha. Émile Zola Tenía en mente una idea más descriptiva, que no a la hora de escribir este libro, y su retrato de una parte de la sociedad parisiense y su crítica, como siempre sean certeras y detalladas. Y todo esto aderezado con un personaje principal que, para bien o para mal, resulta inolvidable.

Por cierto, si podéis no leáis con la edición de Plutón. La traducción no me ha parecido especialmente mala, mejora según va avanzando y el libro. Pero echo en falta mucho lo que hace el sello Cátedra de poner notas a pie de página e incluir un prólogo que expliquen muchos episodios sociales y políticos de la época, y diferentes curiosidades históricas. Me hubiera gustado encontrarme estas aclaraciones, creo que hubieran enriquecido mucho la lectura. Uno de los problemas que tenido es que me sacaba de la lectura el tener que ponerme a buscar esa información.
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