La sed

"Quizás el tiempo de mi especie sobre la faz de la tierra había llegado a su fin, pero a mí me bastaba con poder saciar de vez en cuando esta sed que me lastimaba."

Buenos Aires, siglo XIX. Una vampira desembarca en el puerto de Buenos Aires escapando de la modernidad que avanza en Europa y hace cada vez más difícil la tarea de alimentarse sin dejar huellas. En esta tierra sin ley quizás le sea más sencillo sobrevivir. La epidemia de la fiebre amarilla que se desata en 1871 y que ofrece una orgía de muerte y de cuerpos agonizantes parece confirmarlo. Sin embargo, también a estas costas llegará el progreso, y con él el peligro. Un siglo y medio después, una mujer debe lidiar con el avance de una enfermedad degenerativa sobre el cuerpo de su madre en una sociedad que se ha vuelto fóbica a la muerte y quiere preservar la vida a cualquier costo. Mientras procesa un duelo que no termina de ocurrir, se topa con una extraña herencia que hará converger las dos líneas narrativas.

Esta novela tiene uno de los mejores comienzos que he leído en mucho tiempo. Una lectora mucho más avezada que yo señaló que es un cuento perfecto, y coincido. La primera parte nos sumerge de forma fascinante en la gran aldea que supo ser Buenos Aires en sus albores. La investigación histórica de Yuszczuk es impecable y la historia se va trenzando con la Historia de forma muy orgánica. También me fascinó cómo incorporó historias de las tumbas de la Recoleta. Pero la segunda parte, situada en la actualidad, presenta un cambio de narradora y hasta de género que me resultó un poco decepcionante. Más cerca de una escritura del yo que del terror, esa sección de la novela está dominada por la cuestión de la maternidad y del duelo. La pluma de Yuszczuk tiene una calidad indiscutible y hay muchos fragmentos deslumbrantes, pero creo que la escisión en dos narraciones le resta cohesión y organicidad.

Sin embargo, creo que vale la pena su lectura por la originalidad de la trama y la construcción de la mirada del monstruo desde una subjetividad femenina. Y también me interesó el contraste entre la muerte desenfrenada y expuesta de la epidemia de fiebre amarilla, y la obsesión del siglo XXI de evitar y ocultar la muerte. Con reservas, pero disfruté su lectura en líneas generales.