En Nos vemos en el museo, Anne Youngson nos sumerge en una novela epistolar y cercana, en la que dos personas, desconocidas y distantes en el espacio, entablan una relación terapéutica y liberadora a través de sus cartas y, al tiempo que profundizan en los pensamientos, miedos o decisiones mutuas, recorren un camino hacia el interior de su propia realidad y existencia. Es una historia de toma y daca (ahora yo te cuento y tú me contestas, y viceversa), en la que se nos revela el modo en que las palabras son de alguna forma el camino y la vía hacia ellos mismos y hacia los demás. Tina Hopgood vive en su granja de East Anglia, Inglaterra. Un día, debido a un triste suceso en su vida, le envía una carta manuscrita de lo más extraña al profesor Glob, del Museo de Silkeborg en Dinamarca. Recibe una respuesta a los pocos días, y este será el comienzo de una relación en la que los protagonistas se abren, cuentan y ofrecen un poco de sí mismos en cada una de sus cartas, que incluyen comentarios y confesiones que más parecen realizados a un terapeuta, y que ayudan a profundizar y entender las causas y las consecuencias que han construido sus vidas a lo largo de los años. Uno de los puntos más interesantes de la novela es el modo en que evoluciona la forma de tratarse entre ellos conforme se van conociendo y contando sus intimidades. Así que si nos fijamos en la forma de saludar de Anders Larsen (pues así se llama el remitente que contestó a la primera carta y que es el Conservador del Museo de Silkeborg, Dinamarca), pasamos de Estimada señora Hopgood a Querida señora Hopgood, de ahí a Mi querida Tina, luego Querida Tina para terminar con Querídisima Tina. Por su parte, las despedidas empiezan por Saludos, avanzan a Con mis mejores deseos, evolucionan a Gracias por compartirla conmigo, para derivar en Tu amigo, Con amor o Con mi amor, siempre. Y lo mismo ocurre con la señora T. Hopgood, aunque eso no os lo pongo y solo os lo dejo caer por si os pica la curiosidad como a mí. A través de la diferente correspondencia vemos como dos desconocidos dejan de serlo; comparten sus rutinas, sus sueños, sus profesiones, sus estados de ánimo, sus familias... Y es que, a pesar de sus trabajos, allegados o vecinos, nuestros protagonistas encuentran en su remitente a ese amigo-confidente al que se le puede revelar todo, que siempre está ahí, que responde a tus preguntas, dudas y anhelos, que se entristece por lo malo que te ocurre al igual que también celebra contigo lo bueno que te sucede. Tina Hopgood y Anders Larsen han encontrado el canal para que sus mensajes más íntimos (esos que no se atrevían a desvelar a nadie) encuentren una voz que los escuche, los comprenda y les ofrezca la objetividad que una tercera persona, desconocida y lejana en la distancia, puede darles. En Nos vemos en el museo disfrutamos de este formato tan peculiar, cercano e íntimo que es el epistolar, y gozamos de una prosa bella y elegante. También recorremos diferentes lugares de Gran Bretaña y Dinamarca, viajamos a la Edad de Hierro por medio de distintos yacimientos arqueológicos, vivimos los pasados y presentes de los protagonistas y también atisbamos algo de sus futuros. Anne Youngson nos regala una novela profunda, un análisis de la cotidianidad que los diferentes sentidos recogen y las palabras interpretan. Una novela preciosa. Enlace: http://inquilinasnetherfield.. |