No pienses en un elefante rosa

Hay libros que parecen escritos para ti y que llegan a tus manos en el momento adecuado, que reconfortan, instruyen y acompañan, que te provocan sensación de bienestar y te hacen saber que no eres rara, o que sí lo eres pero no menos de lo que pueden serlo otros, que hay pensamientos y sensaciones que siempre te rondan, con mayor o menor intensidad y frecuencia, pero que no está mal pensarlos ni sentirlos, que hay más gente como tú. Y, sobre todo, que los trastornos mentales pueden ser invisibles pero están ahí y limitan, duelen, aíslan.

Creo que es importante tener en cuenta que este libro hay que leerlo sabiendo que vas a encontrar una protagonista con unas características particulares, tratadas de una manera muy natural, pero sin obviar que en más de una ocasión nos va a transmitir unas sensaciones que pueden llegar a ser angustiosas, y es que Aurora convive con un gran elefante rosa en su cabeza.
Cada día tiene que convivir con su trastorno obsesivo/compulsivo que trata de mantener a raya sin conseguirlo. Tiene la vida estructurada y organizada hasta que Brais irrumpe en ella, Pizarniiiiiik invade su espacio y las cosas van cambiando de manera sutil.
El libro tiene pocos diálogos, muchos de ellos son los que la propia Aurora mantiene mentalmente consigo misma, pero aún así resulta muy ágil de leer porque la cabeza de Aurora funciona a gran velocidad y salta de un tema a otro constantemente.
Al narrar pasado y presente, somos conscientes de la evolución en el estado mental de Aurora, de su manera de aislarse poco a poco y de cómo el trastorno va dominando su día a día hasta llegar a un punto en el que solo con la ayuda adecuada puede seguir adelante. Y es que si algo queda claro en el libro es que la salud mental es tan importante como la física pero, por desgracia, los recursos y la atención no tienen nada que ver.



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