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Crítica de Guille63


Guille63
06 March 2023
Al faro” es un cuadro, el intento de aprehender un instante.

Al faro” es un cuadro que la autora va levantando ante nosotros pincelada a pincelada. Es un momento fijado para siempre en el que los colores aparecen mezclados, donde nada es del todo preciso, donde hasta los objetos y los paisajes son mostrados desde la sensibilidad de cada uno de los personajes, a través de sus sentimientos, de sus emociones, de sus ideas, de sus recuerdos, de sus evocaciones. Nada ocurre fuera de la mente de estos seres, no hay acontecimientos, no hay consumación ni superación de deseos, anhelos, esperanzas, miedos, todo queda reflejado y fijado en el cuadro en una escena total no más importante que cada una de sus partes.

Al faro” es un cuadro que cuestiona eso que llamamos realidad, su comprensión, su representación, la posibilidad de expresarla.

“Veía ella todo con tanta claridad, con tanta seguridad, cuando dirigía la mirada a la escena; pero todo cambiaba cuando cogía el pincel. Era en ese momento fugaz que se interponía entre la visión y el lienzo cuando la asaltaban los demonios, que, a menudo, la dejaban a punto de echarse a llorar, y convertían ese trayecto entre concepción y trabajo en algo tan horrible como un pasillo oscuro para un niño. le sucedía con frecuencia: luchaba en inferioridad de condiciones para mantener el valor; tenía que decirse: «Lo veo así, lo veo así», para atesorar algún resto de la visión en el corazón, una visión que un millar de fuerzas se esforzaba en arrancarle.”

Al faro” es un cuadro catártico para la autora, como seguramente lo fueron todas sus novelas, un intento de reconciliarse con sus padres, encarnados aquí por el Sr. y la Sra. Ramsay. Esa implicación personal en su obra, más allá de la búsqueda del valor literario, como para Lily Briscoe, el tercer personaje principal de la obra, significaba la pintura, seguramente contribuye a esa fuerza especial que caracteriza su prosa.

“Acabarían colgándolo en la buhardilla o deshaciéndose de él, pensó. Pero ¿qué más daba?, se preguntó volviendo a coger el pincel.”

Pero, sobre todo, “Al faro” es un bello cuadro, casi tan magnífico como “La señora Dalloway” con la que comparte algunos temas y, sobre todo, una lírica y un estilo. Por encima de cualquier otra consideración, es la forma impresionista, a medio camino entre la narrativa y la poesía, lo más sobresaliente del relato como lo fue en aquella. Nuevamente se repite aquí la combinación de la primera y tercera persona con la que la autora concatena los distintos diálogos interiores y los consiguientes puntos de vista que conforman la narración; se conserva también el gusto por el detalle cotidiano, así como el poder evocador de la recreación de ambientes y la descripción sentimental de escenarios y objetos.

Algunos de los fantasmas que Woolf pretendía exorcizar con su señora Dalloway permanecen aquí: el paso del tiempo, la frustración, la incomunicación, el papel de la mujer en la familia y en la sociedad, la homosexualidad, la duda existencial, la soledad, “aquella soledad que constituía (…) la auténtica esencia de las cosas”.

A estos hay que añadir ahora el afán de inmortalidad, de permanencia en la de memoria de los otros que se observa en dos de los personajes principales: el Sr. Ramsey a través de sus libros y la Sra. Ramsey por su necesidad de influencia en el transcurso de otras vidas. Y, por supuesto, las relaciones paternofiliales.

Aunque ello no ha sido impedimento para disfrutarla de principio a fin, he de reconocer que la obra está algo descompensada. Con una parte inicial soberbia y un interludio sorprendente, la parte final, quizás solo por comparación, me ha parecido floja. En cualquier caso, sigo manteniendo que Virginia Woolf es un portento y que posee la magia que caracteriza a los grandes.
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