Stoner es un libro que te deja incómodo, que produce desazón. He leído alguna reseñas en las que se tilda al protagonista de débil. Yo creo que es justo lo contrario. Stoner posee una fortaleza fría, fundamentada en la razón, desapasionada. Quizás es eso lo que no nos gusta. Vivimos en una época en la que triunfa la posmodernidad más extrema y en la que la realidad es aquella que cada uno percibe. En esta época de verdades alternativas y de individualidad egocéntrica alimentada por las redes sociales se nos atraganta el acto reflexivo. Nunca Stoner deja de actuar en contra de sus principios. Su actitud me hace pensar en aquella persecución siempre infructuosa de la virtud estoica. Stoner nos desnuda, nos pone frente a nuestra realidad. Es un espejo en el que nos vemos reflejados porque nos cuenta, ¡y de que manera! aquello que nos pasa a nosotros. En cada acto de Stoner hay una elección. Y nunca es fácil porque cada elección significa una pérdida. En la vida casi nada es blanco o negro. El gris predomina. Gris como la vida de Stoner. Gris como nuestras vidas. Y eso duele. No, no creo que Stoner sea un cobarde. Stoner es uno de los nuestros. ¡Ah, si! El libro. Altamente recomendable. John Williams es un cirujano que abre a Stoner en canal y te muestra sus vísceras (que son como las tuyas) de forma magistral. Construye una novela en la que casi no pasa nada pero que no puedes dejar de leer. Eso sí, que no te pille en horas bajas. |