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Este es de los poco libros cuya lectura he abandonado. Fue hace años y lo hice porque parecía que estaba leyendo en otro idioma. Quizá porque aquella edición era más vieja que Matusalén o porque yo era demasiado joven y no estaba preparada para semejantes divagaciones. Pero lo cerré y dije, en otro momento. Y el momento llegó. Pues bien: me he vuelto a encontrar unas parrafadas de monólogos filosóficos que ha hecho que avance despacio, pero no sé si ha sido la edad, la experiencia con los clásicos o echarle ganas, que esta vez he conseguido digerirlo. La historia me ha gustado, me sonaba porque al fin y al cabo es cultura popular, pero viendo que también creía saber de qué iba Frankenstein... me esperaba cualquier cosa. Pero no, esta es más similar a la que conocemos y he disfrutado viendo cómo se desarrolla. Aunque disfrutar es un decir, porque realmente el autor consigue que la experiencia sea desagradable. A propósito. Es la primera vez que leo a Wilde y, soliloquios aparte, me ha gustado su estilo. Es intensito, mucho, y complejo, demasiado. Pero fue muy capaz de conseguir que sintieramos esa vileza que rezuma de entre sus páginas. No es una novela que me haya entusiasmado, porque prefiero otro tipo de historias, pero creo que es un gran libro y se merece el renombre que tiene. Quizá una relectura la "disfrute" más, por lo que no lo descarto. Tampoco lo recomendaría para empezar con los clásicos, la verdad, es demasiado. Mucha filosofía. Si lo planteas como historia con introducción, nudo y desenlace, se puede leer bien y disfrutar, yendo a la moraleja principal. Si ahondas y rascas la sustancia... Uf. Incluso consultando análisis de la novela se me escapa el concepto y la trascendencia de lo que hizo Wilde con este libro. |
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