En mi caso es peor porque afirmo que soy más sensato. Quiero que mis ficciones sean justas y honestas. Como si ese deseo me eximiera de decir la verdad y nada más que la verdad. El Ejército de los Estados Unidos tampoco está exento, aunque el deber del ejército de ganar una guerra y mantener la paz después de ella sea una excusa más admirable que la mía a la hora de retorcer los hechos e inventar la verdad.
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