El gato que curaba corazones

Ay, ha sido una historia super dulce.

Llevaba años queriendo leer este libro, lo principal que me llamaba la atención era que el gato se llamara igual que el mío. Ya más allá de eso, la cantidad de reseñas que lo definían como una lectura feel-good llena de ternura. En realidad me daba un poco de cosa animarme por fin porque todos sabemos lo que pasa cuando llevas muuucho tiempo detrás de un libro: a veces llega con la sorpresa de que las expectativas siguen arriba, pero el libro en sí ha envejecido mal. No ha sido el caso de este, quizás tiene algunos detalles que me han parecido demasiado estereotipados, pero para la época en la que fue publicado, era lo normal.

Alfie se queda solo tras la muerte de su anciana dueña y parece que tiene dos opciones frente a sí: buscarse la vida solo o acabar el una protectora de animales. El gato lo tiene claro, no ha oído cosas demasiado buenas sobre las protectoras, así que se deja llevar por las calles, el frío, los animales simpáticos y los violentos, el hambre y la confusión de no saber dónde terminará anclándose... hasta que llega a una bonita calle con varias casas en venta. Decide que será el gato de aquellos que se muden allí, con varios hogares porque no quiere acabar de nuevo solo.

Y así conoce a Claire, a Jonathan, a Francesca y a Polly. Cada uno de esos humanos vive con sus problemas humanos, la soledad, la distancia que hay de su hogar, la depresión post-parto y una ruptura amorosa. Alfie empieza a colarse en la vida de todos a su manera gatuna, pero con unas orejas que escuchan y entienden, que saben dónde apretar para crearse su propio hogar y que sus dueños llamen hogar el sitio que han escogido.

Este gato es la ternura hecha libro. Me ha llenado las comisuras de sonrisas, a veces incluso de carcajadas y el corazón lleno de cariño.