Esta novela epistolar se lee en un suspiro, es una lectura muy fresca y ligera a la vez que interesante. Nos presenta a Jerusah Abbot, una adolescente que vive en un orfanato y que gracias a un benefactor anónimo puede ir a estudiar a la universidad. A lo largo de las cartas que le envía nuestra protagonista a su benefactor, vemos cómo descubre el mundo que hay fuera de lo que era su hogar, vemos cómo va madurando y en la clase de mujer que se va convirtiendo. Es una lectura muy dulce y tierna y es muy fácil congeniar con la protagonista. Te saca una sonrisa en muchos momentos gracias a su ingenio y eres capaz de sentir la misma emoción que ella al descubrir según qué cosas. El final me ha dejado sorprendida ya que no me esperaba quién era el benefactor y eso que, pensándolo fríamente, no dejan de aparecer pistas a cada rato... Puede resultar un tanto previsible pero eso no hará que disfrutéis menos de la historia. Ha sido una lectura muy agradable y altamente recomendable para pasar una buena tarde con un café o un té. |