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La obra que da nombre a mi género favorito; la primera historia gótica: “El castillo de Otranto”. Y es que he vuelto a releerla porque me encanta y me recuerda a mi niñez, a esa primera vez que cogí este libro por azar (o no tanto, ya que en el título estaba la palabra castillo 🏰 y de pequeña sólo dibujaba castillos 😂 ¿Obsesión? Puede ser.) y no sabía que iba a desencadenar mi amor por el género y, cómo no, por la lectura en general. 📚 - Horace Walpole escribió esta obra al principio con otro nombre. Posteriormente hizo una reedición, esta vez sí, con su nombre real porque que se dio cuenta de que tuvo una acogida bastante favorable. - La historia comienza con una antigua profecía en la que se decía que “la familia actual perdería el castillo y el señorío de Otranto cuando el verdadero dueño se hiciera demasiado grande para habitarlo.” Y a raíz de aquí surgen una serie de desgracias una detrás de otra. Sin pausas. - El hijo del príncipe Manfred, Conrad, a punto de ser desposado de repente fallece medio sepultado bajo un inmenso yelmo cien veces mayor que cualquier casco normal y cubierto de numerosas plumas negras. Obviamente a nuestro príncipe no le hace ninguna gracia no poder perpetuar este linaje ya que sólo le queda una única hija, Matilda, por la cual muestra 0 afecto, y entra en cólera 😤 - Todos los sucesos posteriores no te dan tregua ni para respirar. Es un libro que se lee bastante rápido porqUE NO DEJA QUE TE TOMES UN DESCANSO. - Esta obra es puro drama. ¿Los diálogos?: Puro drama. ¿Los personajes?: Puro drama. ¿Las reacciones que tienen?: PURO DRAMA 🎭 - Adoro el estilo tan elegante que tiene para conducir los sentimientos. Una pena que este talento no lo aprovechara y no lo hubiera aplicado al teatro 🥺 Habría sido maravilloso. 📚 En conclusión: si sois amante del género gótico es una obra que no puede pasar por “no-leída”. Así que ya sabéis, la historia es cortita y si la tenéis pendiente en un día os la podéis leer tranquilamente. ¡Y que viva el drama! 📚 «Por Dios, señora, ¡qué poco sabéis del amor! –contestó Bianca–. Acaso ignoráis que para los amantes no hay placer alguno que iguale al de hablar sobre sus amores.» |
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