Secuela de la magnífica novela de este mismo autor "Tuareg". La narrativa tan bella por precisa es identificable a lo largo de toda la historia. En esta ocasión lo más meritorio en el autor es la recreación de esa sensación claustrofóbica en aquél espacio abierto y tan infinito hasta donde llega la vista. Son más numerosos los diálogos y justificaciones en esta novela que en su predecesora y quizá por eso pierde algo de la esencia mística que derramaba la anterior, es por esto que le resto una estrella. Los personajes evolucionan con la trama y la consecuencia es que el lector permanece ahí, acompañándoles hasta su deriva final. Vázquez Figueroa nos regala otra gran novela. |