El deseo de Mori era tener un tobogán. Pero no un tobogán cualquiera. No. Un tobogán que le sirviera para viajar. Mori quería viajar al planeta Tierra; pero no sabía cómo hacerlo. Necesitaba un tobogán que cruzara el espacio y le llevara hasta ese pequeño planeta que había visto en los mapas celestes. Uno pequeñito, azul, que tenía una luna y bailaba como una peonza alrededor del sol.
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