La tiranía de las moscas

Hacía tiempo que esta novela se me aparecía de vez en cuando, casi con el zumbido leve pero insistente de esas moscas que pueblan el título y sus páginas. Y pese a que han pasado ya varios días desde que la terminé, no podría afirmar con seguridad si me ha gustado o no.

El calor, la indeterminación, el encierro claustrofóbico de una familia donde cada uno de los miembros es especial por lo que muestra y esa es claramente su condena.

Autoridad, silencio, terapia, muerte inminente, amor físico por los objetos, dibujar como sustituto del habla… estas son solo algunas características que poseen los personajes de esta novela.

Si hay algo que pueda reconocérsele a este libro es precisamente eso, su singularidad. Hablar de la familia y sus traumas no es algo novedoso en la literatura, pero sí el modo en que esas emociones dotan de voluptuosidad el muestrario de acciones de los personajes.

Hay algo casi mágico, supersticioso y caótico alrededor de sus protagonistas, de ahí que sea nuestra parte más racional, la que necesita explicaciones, motivos y juicios, la que permanecerá parcialmente suspendida ante un espectáculo ciertamente siniestro que envolverá toda la casa y a sus habitantes.

Es cierto que es un texto que deja una sensación extraña. Y esto, bien mirado, puede ser realmente positivo. No me molestan las novelas que, una vez terminadas, dejan una impresión de confusión o duda. Pero esto puede ser precisamente el talón de Aquiles de esta. El éxito de esta lectura dependerá de nuestra apertura a la sorpresa o a la decepción.

De lo que sí podemos estar seguros es de que el provocativo prefacio escrito por Cristina Morales nos sitúa ante la perspectiva de leer sangre fresca; algo que no siempre ocurre en la tiranía del mercado editorial.
Enlace: https://www.instagram.com/p/..