La mirada quieta: Benito Pérez Galdós

Habiendo empezado a disfrutar con las novelas de Galdós, Vargas Llosa aprovechó los extraños meses de confinamiento para hacer una inmersión total en el mundo galdosiano, una empresa desafiante como pocas, pues la obra del escritor canario ronda los cien volúmenes, y esto sin contar la infinidad de artículos periodísticos que escribió a lo largo de su vida y su extensa correspondencia. No sería la primera vez que Vargas Llosa se enfrentaba a la obra de un autor extenso, con una obra volcada en varios tomos. A lo largo de su vida ha leído a sus autores favoritos. No sólo a novelistas como Flaubert, Faulkner, Onetti, Arguedas, Victor Hugo o Dumas, también a ensayistas como Octavio Paz, Alfonso Reyes y Ortega y Gasset y ha convertido sus reflexiones e interpretaciones en penetrantes ensayos literarios. Los libros que Vargas Llosa ha escrito sobre García Márquez, Flaubert o Joanot Martorell no sólo se han convertido
en clásicos indispensables para acercarse a la obra
de estos escritores, también son pilares esenciales
de su propia obra literaria. Es lo que ocurre con este
ensayo literario, que tiene como protagonista
a Galdós y «la mirada quieta» con la que contempló
y describió el mundo en sus novelas.
Según Vargas Llosa, en este ensayo dividido en tres partes, Pérez Galdós logró describir la España del siglo XIX con sobriedad, controlando sus propias ideas y sentimientos para que afloraran más bien las de los personajes. Esto le permitió construir un
mundo verdaderamente literario, en el que siempre antepuso el arte a la política, y en el que sus opiniones no contaminaron con propaganda sus mundos ficticios. En sus mejores páginas, Galdós logró purgar su escritura de exaltación, una estrategia narrativa que le resultó muy útil para crear un mundo en el que la peor de las taras es el inmovilismo, el estancamiento de la sociedad impuesto por la Iglesia católica y sus prejuicios morales vetustos y anacrónicos. En ese mundo que inventa Galdós nada cambia, la tradición se impone
sobre las innovaciones y España se petrifica en el
tiempo y se descuelga de las grandes transformaciones sociales, económicas y tecnológicas que estaban modernizando las sociedades en el norte de Europa. Ese mundo quieto, en el que a veces hay estallidos de violencia y fuertes sacudidas, es el que explora Galdós. Es allí donde aparece un Madrid popular y hambriento, escenario de las vidas de unos personajes que en conjunto forman una galería inconfundible de los tipos humanos del siglo XIX español. Un retratista, Galdós, retratado por otro retratista, Vargas Llosa.