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Verónica es la última entrega de la trilogía de mujeres poderosas, en la que el autor logra conectar con destreza los personajes principales de sus dos novelas anteriores, pero antes de llevarnos a ese clímax, hace uso del concepto del Doppelgänger para presentarnos a los amigos de la protagonista logrando en pocas páginas representar personalidades cargadas de matices que hacen que logren romper los clichés que los definen en una primera impresión, salpicando sus entornos con pequeñas dosis de realidad nacional. En la exploración de realidades alternas, entornos aterradores, escenarios y comportamientos macabros, el autor se permite seguir homenajeando de manera menos directa esas pasiones propias tan presentes en Virginia como lo son el cine y la literatura clásica del terror, incluso puede apreciarse pequeños tributos al absurdo, presente en el cine serie B. La narrativa es mucho más fluida y amena, aunque en algunos apartes el uso de analogías que buscan reafirmar lo bizarro o grotesco, logran romper el ritmo de lectura. Es esta una obra amena, adictiva, con relatos más estructurados que muestran el claro crecimiento de la pluma del autor, con una narrativa que dedica tiempo y espacio dentro de la historia y las paginas físicas a cada personaje, algo que es de mi gusto. El final logra un homenaje, exaltación y empoderamiento a esa fuerza vital de creación y destrucción que representan Virginia, Violeta y Verónica presentes desde la portada del libro. Un fin satisfactorio, aunque en lo personal y sabiendo que el autor no explorara más estas historias, siento que algunos personajes quedan sin hacer parte definitiva del cierre y merecerían una historia propia. |
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