Nueve días en el jardín de Kiev

En las primeras páginas encontramos una nota de la autora, en la que nos relata que la novela en la que nos adentramos surgió de un sueño que tuvo en 2011. Fue un sueño tan real que al despertar apuntó todo lo que recordaba. Y ese fue el germen de esta novela, que quedó un poco relegada en un cajón mientras ella se dedicaba a otros proyectos. Pero no olvidaba nunca ese jardín, además buscó imágenes y descubrió el jardín botánico de Kiev, con un parecido asombroso al de su sueño. Finalmente, en 2019, durante la pandemia, dio forma a la novela y la editorial iba a publicarla en Enero de 2022. Y entonces estalló la guerra en Ucrania. Esto lo quiere dejar claro porque no es una novela que haya surgido de la guerra, sino de mucho antes, de un sueño que para la autora ya se ha hecho realidad.

En esta novela que podríamos denominar como una fábula rompecabezas, porque de una historia van saliendo otras que se van entrelazando entre sí formando la gran historia de El Jardín de Kiev, vamos a conocer a Sergei, un niño que se topa con un misterioso y precioso jardín y decide adentrarse en él. Ahí se topará con el guarda, con el que va a entablar conversación y comienza a contarle historias, que al principio el chiquillo no comprende pero conforme avancen en su amistad empezará a entender, incluso terminará algunas de las reflexiones del adulto porque ya sabrá a lo que se refiere. El segundo día es distinto, se encuentra con Tatiana, a la que llamará Tat, una niña más o menos de su edad, un poco desaliñada, feliz como ella sola, vitalista, enamorada del bosque, sabia, que también le narrará historias preciosas que esconde el bosque y su memoria, historias desconocidas para el niño, de hadas, de raíces de árboles que se comunican entre ellas, de naturaleza, de árboles valientes como El Tejo, de otros ya muertos pero que tienen una gran historia... Cada capítulo, con nombres preciosos como El bosque sin nombre, La fuente de los cipreses, El quiosco de música, El lago o El laberinto, serán un encuentro de Sergei con el guarda o con Tatiana, así irá adentrándose en todos los secretos del Bosque sin nombre, de la familia dueña de la mansión guardiana del hermoso jardín, los Borisov, y todo lo que aconteció en los años en los que ellos habitaron allí.

Cada día Sergei escucha atentamente un cuento de la mano de los otros dos personajes protagonistas de la historia, los cuentos son introducidos en la narración cambiando el tamaño de letra, así que no hay problema de perdernos o liarnos, además queda muy claro cuando empieza el cuento porque así lo anuncia el personaje. Tengo que decir que tanto la narración como los cuentos son hipnóticos para el lector, la historia va avanzando y entrelazándose y las fábulas, que están relacionadas con el lugar del bosque o jardín en el que se encuentran o a donde van en ese momento los protagonistas, son preciosas, de hadas, de mujeres fuertes que lucharon por sus hijos, de mujeres ancianas sabias que dejaron en herencia su conocimiento, de hombres que se internaron en un bosque peligroso haciendo caso omiso a las advertencias de los demás y recibieron su castigo... Son todas distintas y todas interesantes, y además nos dejan siempre una enseñanza. Por eso esta novela me parece súper completa y además la autora ha dado tal rienda suelta a su imaginación, que transmite al lector esa magia que destilan todas las páginas del libro.

La ambientación es uno de los puntos fuertes de esta novela. Las descripciones de cada una de las partes del bosque y del jardín son apabullantes. Parece que no tiene mucha chicha, pero son tal la cantidad de zonas que hay, de flores y de tipos de árboles, con sus fragancias, adornos, olores a tierra mojada, a flores abriéndose, a humus, a hongos, a frutos, que la autora consigue que traspasen las páginas y lleguen al lector en forma de mil sensaciones. Te puedes imaginar a la perfección el baile que se pudo organizar en la época de los Borisov en el Quiosco de la Música o sentir como las raíces van comunicándose bajo tierra las unas con las otras pidiéndose ayuda entre ellas cuando les falta algún nutriente. Lo hace tan poético y lírico que no puedes evitar dejarte impregnar por todo eso que vas leyendo, sientes la necesidad de estar allí, en ese lugar que te ofrece la lectura, sintiendo el frío de los copos de nieve que rozan la punta de la nariz de los protagonistas y la cálida brisa de verano que hace que los rostros se calienten. Porque vamos a conocer al jardín en todas las estaciones. Y esa es la maravilla de este libro, la magia que encierra dentro.

Irremediablemente, esta novela recuerda a clásicos como Las mil y una noches, El Principito o Alicia en el País de las Maravillas. Pero mucho más adulta. Porque aquí también nos vamos a encontrar drama, dolor, pérdidas, rechazo y muerte. Porque el Jardín lo ha visto todo, lo bueno y lo malo, el amor pero también el dolor, felicidad y también tragedia. No podremos sentir un cúmulo de emociones en algunos de los relatos, y más, conforme avance la historia y nos demos cuenta de lo que está ocurriendo, de lo que esconden cada uno de los protagonistas y de que estamos también ante un cuento gótico en el que sus personajes van cambiando a lo largo de las páginas y el final, aunque algo previsible conforme vas avanzando la lectura, no deja de unir emociones como la ternura, la pena, el agradecimiento y puedes encontrar que en medio de un nudo en la garganta te saca una sonrisa. En definitiva una de esas lecturas difíciles de olvidar por todo lo que encierra y con unos personajes bonitos, trágicos a su modo pero felices en esa tragedia. Precisamente de los tres personajes creo que me quedaría con Tatiana, la más entusiasta, que afrontó su destino sin problemas y se acomodó a ello encontrando igualmente la felicidad que quizás de otra manera no hubiera tenido nunca. Sergei, que nos va dejando pistas a lo largo de sus pensamientos y recuerdos de lo que le pasó, es también uno de mis favoritos. El guarda no se queda atrás, todo corazón y ternura. En cuanto a los secundarios, son eso, meros segundones necesarios para el relato. Quizás destaque un poco más el patriarca Borisov, pero desde luego no destaca ni por su bondad, ni por su empatía, ni por su labor de padre. Así que corramos un tupido velo con él.

No es un libro con un ritmo frenético, pero ni falta que le hace, es una novela de esas para degustar, para disfrutar pausadamente, relajada, de esas que quieres leer cuando quieres un ratito para ti. Una novela para reposar, incluso para ir señalando partes o apuntando en un bonito cuaderno. Porque tiene tanto sobre lo que pensar, que lo que quieres es imbuirte en esa atmósfera mágica que te ofrece y dejarte llevar. Quieres que la hiedra que recorre las balaustradas de la mansión o el Quiosco de la música te atrapen y te llenen de paz, de cantos de pájaros, revoloteos de mariposas (o hadas), y de sosiego y tranquilidad. Así que si os adentráis en esta lectura, hacedlo con ese pensamiento, sin prisas, dejando la mente en blanco, con una buena bebida caliente y dulce, sólo vosotr@s y el jardín.

No hay mucho más que decir. Sólo que esta novela, que aboga por el respeto al planeta, a las plantas, los animales, a no robarle a la tierra más de lo que ya hemos hecho, no os la podéis perder. Porque si no tuviéramos jardines y bosques, la humanidad no sobreviviría, sin embargo, sin los humanos, ellos no tendrían problema para seguir adelante. Incluso les haríamos un favor.
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Este libro ha llegado a mí gracias a #masacrítica de @babelioenespanol. Sabía que salía de mi zona de confort de lecturas, pero de vez en cuando me gusta descubrir otros géneros que no suelo leer.
@susanavallejo nos hace viajar al Jardín de Kiev de mano de Sergei, un niño que en aquel jardín conocerá historias por el guarda del jardín y por Tat, una niña que también encuentra en el jardín.
En cada capítulo una historia, leyendas del pasado, historias de la familia que vivía en la mansión de aquel jardín. Las historias se entretejerán entre ellas y con las historias de las plantas y árboles que allí se encuentran; con el lago, la fuente, el quisco, la mansión, la gruta…. Y escuchando historias, Sergei, aprenderá más sobre las personas y las plantas y árboles, y más sobre él mismo.

Sergei descubre un maravilloso jardín en medio de Kiev y allí conoce a Tatiana y al guardián del jardín. Ambos le relatarán un cuento cada día, sobre el jardín, el mundo y él mismo.

El jardín de Kiev está vallado. Es lo que queda de un gran bosque y la verja, lejos de impedir el acceso, sirve para proteger a las criaturas que lo habitan. Allí llegará por casualidad el pequeño Sergei, recorrerá sus senderos y se maravillará al encontrar tantos y tan diversos árboles, setos, animales... una explosión de la naturaleza cuya historia va a descubrir de la mano del guardián del jardín. Tanto él como Tatiana, una niña de largos cabellos rubios a la que se encuentra en uno de sus paseos, le contarán historias fabulosas que mantendrán cautiva su atención.

Esta es una historia fantástica con un importante mensaje ecologista. Como cualquier fábula que se precie se destaca el rasgo vital de animales y plantas, se les adjudican capacidades humanas y percibimos cómo sienten lo que ocurre en el jardín, el efecto sobre todo ello de la acción humana. Entrar en El jardín de Kiev requiere hacer una pausa, mantener alerta todos los sentidos, dejar fluir emociones y sensaciones, reflexionar sobre lo que ocurriría en la Tierra si desapareciesen los bosques (las plantas en general). ¿Lo habéis pensado? ¿Habéis caído en la cuenta de que sin árboles no hay vida? Pensadlo...
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