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La enfermedad de Teresa Battaglia es cada vez más visible y está empezando a obstaculizar su día a día. Preparada para una posible e inminentemente despedida, el destino la frena una vez más al verse encargada de un caso macabro y peculiar: el hallazgo de una pintura de Alessio Andrian cuya joven protagonista ha sido trazada con sangre humana. Con el fin de resolver el enigma, el equipo debe remontarse a 1945, año en que fue pintado, para atar todos los cabos que lleven al esclarecimiento del caso. En esta novela, Ilaria Tuti vuelve a hacer gala de su don para la descripción, para una escritura muy perfeccionada, trabajada y documentada, en la que el lector va lentamente obteniendo detalles y tomando sus propias conclusiones, sintiéndose realmente como uno más del equipo. de nuevo, aparecen personajes alejados del estereotipo, lo que a mi parecer no sólo es un acierto por la diferencia que marca respecto a otras novelas del género, sino también por la realidad que le otorga. Además, al tratarse de una segunda entrega, Battaglia y Marini se perfilan en profundidad, permitiéndonos conocerles no sólo en el plano profesional. Durante la lectura hay un juego constante entre lo real y lo imaginado, onírico o mitológico, señalándose la importancia de la cultura (pasada y actual) en la configuración de la sociedad y sus gentes. Un enfoque muy original, y queda patente que bien documentado, que me recuerda a obras como la trilogía del Batzán de Dolores Redondo, pero más por la incorporación del elemento mágico en un género tan anclado a la realidad como el thriller que por otros rasgos de la novela o por cómo se trate este elemento, ya que son obras muy distintas. En definitiva, una obra diferente escrita en un estilo muy personal que recomiendo para todos los amantes ya no sólo del thriller sino de las novelas bien trabajadas y concebidas para disfrutarse lento. |
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