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Es un relato potente desde su primera página que nos anuncia que va a doler. Duelos hay muchos y por muchas circunstancias. En este caso por la pérdida de una madre y de la persona a la que amamos después de una separación abrupta cuando aún se ama. Todo se traduce en ausencias. ¿Qué se siente cuando se transitan ambos duelos a la vez? El relato de la intimidad de dos cuerpos, el deseo y el placer, el tacto como motor que todo lo mueve: “creo que la única revolución cultural que imagino posible es una que ocurra en el tacto, a través de una reconfiguración de nuestros modos de experimentarlo”. Aquí también se da espacio a la enfermedad y los cuidados. Sobre todo poniendo a la mujer en el centro de ambos aspectos. Mujer que cuida y acompaña y mujer que enferma. El riesgo a quedarse sola, o el acompañar a un cuerpo enfermo sin saber bien cómo hacer, cómo no derrumbarse ante la imagen de la cicatriz o la herida. Todo esto no dejan de ser vínculos y relaciones que se destapan cuando interviene el dolor de la ausencia de una u otra manera. Y también el cuerpo, que nos da placer pero también enfermedad. Tengo que destacar por encima de todo la escritura de Sara. Me gusta como escribe, como narra, de qué manera exacta relata y describe. Me quedo con frases y párrafos que me han arrojado luz y mucha lucidez. Sé que me dejo mucho por decir y que aquí hay mucho más. |
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