Mi monstruo y yo

Uno siempre se avergüenza después de sentir miedo, cuando ya está a salvo y tiene la certeza de que nada malo va a suceder.

[...] Los valientes son los que aprenden que está bien tener miedo algunas veces.

La idea de estar para siempre conectado con alguien me asustaba y me gustaba al mismo tiempo.

[...] los suspiros son las tristezas que se guardan dentro.

Para mí, las historias fueron siempre el regalo más importante, mejor que las muñecas y los vestidos.

Así que, aunque no pude acomodar lo que se había desacomodado dentro de mí, no tuve más remedio que enfrentar mis temores [...]

Sentarme en el suelo siempre fue uno de mis placeres.

Lloré hasta que olvidé por qué estaba llorando, lloré hasta que las lágrimas dejaron de salir y sentí que estaba seca por dentro.