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Crítica de rafaperez


rafaperez
06 December 2022
Y a veces el gran Tostóni no aburre. El rey León ejecuta a la perfección una breve parábola sobre la ambición y sus consecuencias.

Pajom ( ejem, ejem, vaya nombrecito) es un codicioso granjero cuyo único propósito es enriquecerse. Oye de un viajero que en ciertas tierras ( de nombre menos autocomplaciente) según tuerces a la derecha, recto hasta el culo de Rusia, palmo arriba, palmo abajo, los parroquianos ofrecen por cuatro chavos, toda la tierra que sea capaz de abarcar en 24 horas. Ah, pero claro, si el requeriente no ha llegado al punto de partida, hay una cláusulita la mar de puñetera que el futuro lector tendrá que descubrir. ( todo no os lo voy a contar)

Y allá que va nuestro experto en manualidades Pajom, haciendo planes mientras camina por largas extensiones de tierra, creyendo que todo estaba calculado para un regreso a tiempo.
Puede que en sus confiados cálculos hasta le sobrarían unos minutitos para hacer honor a su nombre.

El final es tan predecible que ya los estáis viendo venir, aunque lo verdaderamente importante, es la ejecución literaria, donde encontramos al autor centradito, sin irse por las ramas ni las eternas descripciones del cuerno de ningún caracol.

Ya lo dice el viejo refranero, del cual soy un avezado conocedor:

Quien mucho abarca entran moscas.

No es oro todo lo que reluce en casa del dentista.

Y no por mucho madrugar abrirán antes Mercadona.
¡Vaya, León, ahora soy yo quien se va por las ramas!

La ambición mal encauzada puede cruzar la delgada línea que la separa de la codicia y convertirte en un miserable.

Este excelente relato está recogido (entre otros sitios) en un tríptico o conjunto de tres relatos titulado "Después del baile" en uno de esos pequeños libros que, con acierto, edita Acantilado, a mayor gloria de la literatura.

Junto al que da título y este que nos ocupa, convive "Tres muertes" del que ya hablaré el día que tenga bien engrasado el látigo.
Y es que hasta en los bosques más frondosos y paradisíacos, crecen los cardos.


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