Anna Karenina

Son pocas las cosas novedosas que se puedan decir de una obra clásica de tal magnitud, que ha sido tan estudiada por académicos y eruditos especialistas en la obra del autor. Pero es tan bella la literatura que nos permite a todos acercarnos a estos magnos escritos y encontrarlos apasionantes o desilusionantes dada ya nuestra propia experiencia, gustos y expectativas literarias.
Una obra que nos hace pensar en primera impresión en la protagonista Anna y su conocido adulterio, siendo ella el primer hilo conductor en medio de la enorme cantidad de personajes entrañables, unos mas que otros, vamos poco a poco entrando en esta sociedad rusa, que se acerca a Europa desde su elevado espíritu culto, sapiente, poliglota y político, con hombres y mujeres que rigen su vida por las cortinas de la apariencia que les exige la alta sociedad moscovita y petesburguesa, para no caer en el olvido y mantener su relevancia en el entorno.
Dando saltos en la narrativa nos fundimos en el espíritu bucólico del autor encarnado en Levin, con el que retrata el campo, sus campesinos y la vida rural, la cual le preocupa desde la productividad y la política, siendo este el escenario predilecto para las meditaciones y cuestionamientos que mantienen su vida en el tormento y al borde del deseo incesante de la muerte.
Un libro maravillosamente escrito, cotidiano, sin demasiadas florituras que hagan difícil su lectura, que explora todos los campos del pensamiento del hombre que fueran de constante interés para Tolstói. Una novela extensa totalmente disfrutable, que retrata un momento de la historia, pero que a la vez demuestra ese carácter cíclico y casi invariable de la vida del hombre.