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Crítica de Guille63


Guille63
13 October 2023
Que no, que no
Que el pensamiento no puede tomar asiento
Que el pensamiento es estar
Siempre de paso, de paso, de paso
(Luís Eduardo Aute)

Los errantes” es un libro hermoso, estimulante, sugerente y también desconcertante, un elogio y una exaltación del nomadismo, que, fiel a sus preceptos, es puro movimiento de formas y temas. Una colección de unos pocos largos relatos unidos por otros más cortos, así como por una gran variedad de chascarrillos, reflexiones y anécdotas históricas o personales, que sirven al lector, además de para disfrutar de las originales perspectivas, juicios y ocurrencias de la autora, para despejar la mente de la fuerte impresión que le causara el cuento anterior y prepararla para el siguiente. Pero no es una mera reunión de textos. A cada paso se encuentran relaciones entre sus partes, y, así, entre ellas y el todo que conforman, “igual que el parentesco en los culebrones brasileños donde todo el mundo puede resultar ser hijo, marido o hermana de todo el mundo”.

“… descubrí que –pese a todos los peligros– siempre sería mejor lo que se movía que lo estático, que sería más noble el cambio que la quietud, que lo estático estaba condenado a desmoronarse, degenerar y acabar reducido a la nada; lo móvil, en cambio, duraría incluso toda la eternidad.”

En buena parte de ellos se reivindica el viaje, el camino, la exploración, la observación y se reprueba la quietud, el apoltronamiento, el ensimismamiento, lo fijo y establecido. Olga Tokarczuk huye de ataduras, de raíces, de propiedades que puedan menoscabar su libertad de movimiento y pensamiento. Parece formar parte de esa secta de los Bieguni, el título del libro en su forma original, que debían mantenerse en constante movimiento para no ser atrapados por el maligno. Algo parecido a lo que uno de los personajes del cuento que da título a todo el libro, una sintecho a la que conocemos por el sobrenombre de la bientapada, se pasa el día farfullando:

"Contonéate, muévete, no dejes de moverte. Solo así lo despistarás. Quien rige los destinos del mundo no tiene poder sobre el movimiento y sabe que nuestro cuerpo al moverse es sagrado, solo escaparás de él mientras te estés moviendo. Ejerce su poder sobre lo inmóvil y petrificado, sobre lo inerte y quieto…Porque todo lo asentado en este mundo, sea Estado, Iglesia o gobierno humano, todo lo que en este infierno conserva su forma está a su servicio…Hacer planes, esperar resultados, consultar horarios, vigilar el orden… Quién se detenga quedará petrificado, quién se pare será disecado… Por eso los tiranos de cualquier calaña, servidores del infierno, llevan en su sangre el odio a los nómadas, por eso persiguen a gitanos y judíos, por eso obligan a toda persona libre a asentarse, la marcan con una dirección que es para nosotros una condena…Bienaventurado es quien camina.”

“Quien se pare será disecado”. Esto enlaza con otro de los grandes temas del libro, el cuerpo (su título en catalán, Cos), su anatomía, sus órganos, sus deformaciones, lo monstruoso, y, como no, su conservación una vez muerto, la técnica, su colección y exposición. Nadie se salva de ser un cuerpo que tiende a la quietud absoluta y, por tanto, a la putrefacción. En el fondo, todos somos, en mayor o menor medida, como uno de los personajes de otro de los grandes cuentos del libro, Kunicki:

“de cintura para arriba está tranquilo, relajado y soñoliento; de cintura para abajo, imparable. A todas luces se compone de dos personas. Arriba anhela paz y justicia; abajo se muestra transgresor y quebranta todos los principios. Arriba tiene nombre, apellido, dirección y número de carnet de identidad; abajo no tiene nada que decir sobre su persona, en realidad está harto de sí mismo.”

Hay un afán que transciende épocas y territorios por parar la putrefacción, por evitar el deterioro, por conservar, sean especímenes raros o no, por no dejar que desaparezcan sin más. Es más, la autora es consciente de que escribiendo no hace otra cosa que disecar, que fijar para siempre e inmortalizar unas sensaciones, unos pensamientos que, mientras están en la mente del autor, fluyen, evolucionan, cambian constantemente, pero que también pueden desaparecer, como los cuerpos tras la muerte. Una forma de disecar el alma como se diseca un cuerpo, dependiendo de la calidad técnica del proceso el resultado será más o menos duradero.

“… nos inmortalizaremos mutuamente en hojas de papel, nos plastinaremos, nos sumergiremos en el formaldehído de frases”.

Y, al mismo tiempo, escribe como un intento de encontrar el Kairós, otra de las palabras claves del libro que también dará título a uno de los cuentos, “el punto perfecto donde el tiempo y el espacio alcanzan un acuerdo”. al escribir, se combinan palabras, se buscan las más adecuadas en pos del abracadabra, “ese mágico zapato que convierte en princesa a Cenicienta”, la combinación que hará surgir ese todo al que toda forma incompleta tiende con el fin de dejar de padecer ese dolor fantasma del que hablan aquellos que han sufrido la amputación de un miembro. Hay que intentarlo una y otra vez “¿Y si esta vez resulta?”, aunque al final del viaje no sepamos ni qué andábamos buscando.

"No son pocos los que creen que el sistema de coordenadas del mundo determina un punto perfecto donde el tiempo y el espacio alcanzan un acuerdo. Debe de ser por eso por lo que se marchan de casa, creen que moviéndose, aunque sea de modo caótico, aumentarán las posibilidades de dar con ese punto. Hallarse en el momento y en el lugar adecuados, aprovechar la oportunidad, agarrar por el flequillo el instante, y entonces el código de la cerradura se desactivará, la combinación de cifras del premio gordo quedará al descubierto, la verdad, revelada. No pasarlo por alto, surfear sobre la casualidad, las coincidencias, los giros del destino. No se necesita nada más, basta con comparecer en esa configuración única de tiempo y espacio. Ahí se puede encontrar un gran amor, la felicidad, un décimo premiado de la lotería o la explicación de un misterio que todo el mundo lleva años buscando en vano, o la muerte. Algunas mañanas da la impresión de que tal momento está al caer, tal vez sea hoy mismo".

Y si no es así, siempre nos cabe esperar que se cumpla la promesa que para la autora tienen las sonrisas de las azafatas de vuelo:

“…una promesa de que quizá volvamos a nacer y esta vez será en el momento y lugar adecuados.”
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