No dejar que se apague el fuego, de Miriam Toews y publicado por Editorial Sexto Piso es un homenaje a las abuelas, a las nietas, a las madres. A las mujeres. Durante el relato a modo de carta a un padre ausente, conocemos a Swiv, una niña de 9 años, actualmente expulsada del colegio por meterse en peleas y que se dedica a cuidar tanto de su abuela, Elvira, como de su madre, quien, absolutamente desbordada por la vida y el trabajo, afronta el tercer trimestre de su embarazo. La relación que vemos a lo largo de la novela entre abuela-nieta y, de manera más secundaria, con la madre, es el ejemplo de sororidad más claro que he leído y he visto en los últimos tiempos. Que no se apague el fuego como metáfora para seguir luchando, cayendo y levantándote y superando todos los contratiempos que se presenten, independientes de cualquier sostén masculino. Toews nos acerca a situaciones de la vida cotidiana complejas con un grado de humor y crudeza que no deja indiferente a nadie. Sus toques de humor y su ironía constante te meten de lleno en la historia. Es un relato que te hace reír y llorar a partes iguales. El personaje de Elvira, la abuela, es fascinante. Hablando desde el lugar de quien ya nada tiene que perder y sabiendo que vive sus últimos días, los quiere vivir intensamente. Dando lecciones de vida y de lucha. Todos deberíamos de tener una abuela así. Y una nieta como Swiv, que pese a su corta edad, su responsabilidad y su madurez hacen que se te encoja el corazón. Una historia muy enternecedora que se queda conmigo para siempre. |