No dejar que se apague el fuego

La casa de Swiv es ruidosa, un tanto caótica y llena de maldiciones y palabras malsonantes, pero rebosante de amor. Su familia está formada por su abuela, su madre y ella misma, tres generaciones de mujeres con un fuerte carácter y un vínculo aún más grande. La madre, actriz, embarazada de su segundo hijo, confía el cuidado de la pequeña Swiv a su abuela Elvira (¿o quizás es al revés?) durante las semanas que ha sido expulsada del colegio y el día a día de ambas, en la escuela improvisada que montan en casa, está lleno de valiosas lecciones. La voz de la niña es urgente, curiosa y, pese a su juventud, es también hilarante y sabia. Es quizá la de una niña que ha crecido demasiado rápido, pero tiene a quien parecerse. Su abuela Elvira, el alma de esta historia, es un personaje alegre y con una mente brillante y aún intrépida pese a que su cuerpo envejecido ya no pueda seguir el ritmo en la mayoría de ocasiones. Es sabia, reflexiva y, cuando habla de su pasado, es cuando la historia se llena de recuerdos, ira y duelo. Así, #MiriamToews construye hábilmente una de las relaciones más hermosas y entrañables entre abuela y nieta de nuestra literatura actual.

“No dejar que se apague el fuego” (@sextopisoeditorial) se divide en dos partes, "Casa", que tiene lugar en la casa familiar en Toronto, y "Fuera de casa", cuando abuela y nieta vuelan a California para visitar a dos de los primos de Elvira, donde se sienten tan a gusto como en Canadá. Y es que, para ambas, el hogar es dondequiera que estén juntas.

Escrito como una carta al padre ausente de Swiv, quien recientemente se fue sin indicios de regresar, es imposible no enamorarse de esta familia un tanto disfuncional. Y es que entre la vergüenza que a veces le provocan sus mayores, prevalece la admiración de Swiv por la fuerza, la independencia y la resiliencia de las que son sus referentes femeninos: “tienes un fuego dentro de ti y tu trabajo es no dejar que se apague”.
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