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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
08 April 2020
No puedo decir que conociese a esta autora o esta novela con anterioridad a esta edición, pero como Gatopardo es de esas editoriales de las que miro absolutamente todo lo que sacan porque me interesa también casi absolutamente todo, pronto supe de su próxima aparición y casi se lo quité de las manos a mi librera cuando lo estaba colocando en la mesa de novedades. Ya lo tenía, ya era mío... pero todos los lectores sabemos que entre la compra de un libro y su lectura pueden pasar meses (o años... o trienios... o lustros... o...). El caso es que ha tenido que esperar todo un año pero al fin lo he leído, y lo he disfrutado tanto que espero que Gatopardo nos haga el regalo a sus lectores de publicar algún libro más de esta serie.

La familia Leslie, dueña y señora de Rushwater House, es la protagonista absoluta de la historia, y sus peculiares miembros son los encargados de pasear por las páginas para ofrecernos momentos muy divertidos tras los que se esconde un retrato muy marcado de la época. ¿Y quiénes son los Leslie? Pues por un lado tenemos a lady Emily (muchos pájaros en la cabeza, pregunta y no escucha, se va por los cerros de Úbeda, verborrea incontenible... pero deliciosamente encantadora) y su marido, el señor Leslie (pleno de orgullo británico... ergo mira por encima del hombro y considera inferior a cualquier otra nacionalidad del mundo); el segundo hijo de ambos, John (viudo, melancólico, amable, íntegro, indeciso, devoto de su familia, muy trabajador y el único con la cabeza sobre los hombros en la familia); su hija Agnes (la "idiota" de la familia, tal y como se la denomina literalmente, que solo sabe hablar de sus hijos, no tiene otro tema de conversación, pero a la que le sobra empatía y capacidad de comprensión de la mente humana); su hijo pequeño, David (mimado, encantador, guapo, egoísta y un imán para las mujeres sin proponérselo en absoluto); y su nieto mayor, Martin (su padre, primogénito de los Leslie, murió en la Gran Guerra, y eso le convierte en el futuro heredero de Rushwater House... y además idolatra a su tío David, lo que augura una personalidad movidita). ¿Cómo comienza la historia? Con la llegada a Rushwater House de Mary Preston, sobrina del marido de Agnes, que pronto se verá inmersa en las peculiaridades de esta familia y caerá rendida a los pies de David.

Tengo que decir que lo primero que me llamó la atención de la sinopsis es la ambientación. Para quienes no sean grandes admiradores de Anthony Trollope esa referencia a Barsetshire (lugar ficticio donde está ambientada la novela) no significará nada, pero para mí, que admiro muchísimo a Trollope (hace nada os traje una novela suya, El primo Henry), es como una campana repicando. Sus Crónicas de Barsetshire están compuestas por seis libros, y aunque a España traducidos solo nos han llegado los tres primeros (El custodio, Las torres de Barchester y El doctor Thorne), son unas novelas a las que tengo muchísimo cariño y que recomiendo encarecidamente. La elección de Angela Thirkell al usar el condado fictictio de Barsetshire como escenario para casi treinta libros ya me hace sentir una empatía automática hacia ella y sus gustos lectores (que encima esta señora era pariente de la crème de la crème literaria y artística de la época... todo son ventajas, oiga).

Centrándome en el libro en sí... ¿qué encontramos dentro de Fresas silvestres? Pues una novela que te hace reír y que desborda british charming por los cuatro costados. Sus personajes son tontorrones unos, engreídos otros, pero (casi) todos encantadores, y por eso se hacen querer y llegan al corazón del lector. La acción es la típica de un verano en la campiña inglesa vista a través de los ojos de una familia aristocrática bastante pintoresca, y por eso nos movemos entre reuniones de alto postín como cenas, festivales o bailes, y rutinas del día a día que pasan por bañar a los niños, acudir a misa, jugar al tenis o visitar de vez en cuando Londres para algunas gestiones.

¿Dónde está el incentivo que marca la diferencia? En la propia personalidad de la familia Leslie: son todos tan distintos entre sí pero se compenetran tan bien, que la vida familiar a mi parecer está retratada de manera magnífica. Los diálogos sobre todo son sensacionales, no solo porque te tienes que reír sí o sí cuando los lees, sino porque transmiten esa familiaridad, esa confianza, esas bromas del pasado o esos lugares comunes inherentes a cualquier núcleo de personas que no solo tiene una historia compartida, sino en el que existe mucho afecto y cariño que no cuesta nada entrever más allá de las pullas y los sarcasmos con que amenizan el tiempo que pasan juntos. Hay muchas risas y mucha ironía, pero también mucha ternura.

La historia se ambienta en los años 30 (comúnmente llamado el periodo de entreguerras) en la campiña británica, y la autora la utiliza para hacer hincapié en el sentimiento que tenían los británicos de pérdida ya no solo de sus compatriotas y familiares en la Primera Guerra Mundial, sino de su lugar predominante en el mundo. Tras las risas se asienta un poso evidente de nostalgia y tristeza, y los momentos más emocionantes del libro sin duda aparecen cuando el anciano matrimonio Leslie recuerda a su hijo mayor evitando siempre hacer un espectáculo de su dolor (la conocida flema británica), aunque sí es verdad que las heridas a veces se traducen en comentarios despectivos hacia todo lo que no sea británico (en el libro tal honor recae en su mayor parte sobre los franceses, y en menor medida sobre Argentina, país donde tienen negocios)... Hay que tomarse estos comentarios como lo que son, una crítica bastante punzante y caústica de la sociedad británica de la época, que estaba cicatrizando a marchas forzadas al tiempo que intentaban mantener su orgullo imperial a flote (y sin imaginar todavía lo que se venía encima).

Dicho todo esto, no cabe duda que estamos ante una novela ideal para sonreír y disfrutar, pero que esconde más profundidad y carácter de los que aparenta. Entre risas, diálogos chispeantes, personajes carismáticos y amores que vienen y van, se cuela sutilmente un análisis agudo de los aspectos que preocupaban a la autora en aquel momento. En su buen hacer en la mixtura resultante, en el hecho de que no dejes de reír y sonreír mientras está criticando la situación social de la mujer y la obsesión por la posición social, o poniendo sobre la mesa el dolor de buena parte de la sociedad británica... radica el triunfo de la novela. Mi personaje favorito es el que es, porque estaba destinado a serlo desde que supe de su existencia (los chispazos austenianos que pululan en el fondo de la historia tienen la culpa, aunque en la forma las alusiones literarias van por otros derroteros), y me ha encantado la mención que se hace a la maravillosa labor que la National Trust lleva realizando desde finales del siglo XIX en toda Gran Bretaña recuperando su vastísimo patrimonio histórico (también hay una broma en relación a Enrique VIII y sus seis esposas que seguramente solo me haga gracia a mí... soy muy friki con todo lo relativo al bueno de Henry, lo sé, no puedo evitarlo xD).

Muy recomendable y tal, y como digo arriba, espero que la recuperación de la obra de la autora no se reduzca a este libro y podamos seguir disfrutando de más historias ambientadas en Barsetshire.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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