Gambito de dama

La vida de Elizabeth Harmon da un vuelco cuando pierde a sus padres y es llevada al Hogar Methuen. A sus ocho años se ve inmersa en un mundo completamente diferente, en el que la disciplina va ligada al uso de tranquilizantes más que a la educación, lo que dice mucho del tipo de centro en el que se encuentra, pero también nos indica cómo va a ser su vida, ya que el problema de este tipo de fármacos es su alto índice de adicción. No obstante, allí también descubre la que será su gran pasión: el ajedrez.

Walter Tevis crea una obra en la que el ajedrez es protagonista, mostrando un don especial para describir las partidas sin que se hagan pesadas sino todo lo contrario. Tenía miedo a la hora de iniciar la lectura pues no es un juego que practique y podría no entender lo que se narraba, o aburrirme al perderme entre descripciones y descripciones, pero nada de eso. Si algo ha conseguido es despertarme la curiosidad por el ajedrez, por un juego que está al alcance de todos (pero a la vez no).

Gambito de dama, pese a todo, no es sólo una novela de ajedrez. Beth Harmon es más que una genio y su inteligencia no siempre la lleva por el mejor camino. Ya desde su infancia estuvo marcada por la tragedia, la competitividad, la debilidad, y también por sus ganas de sobresalir en un mundo que parecía no querer aceptarla, pero que tenía que hacerlo. A lo largo de la novela vamos formando parte de esta vida cargada de contradicciones, de vaivenes que le aportan un toque muy realista a la par que duro, pues es imposible no acabar dentro de la cabeza de Beth y sufrir y celebrar con ella cada avance y retroceso.