No hablemos más de amor

Es curioso que un libro se titule «No hablemos más de amor» cuando precisamente gira en torno a eso, al amor.

En esta historia de apenas 300 páginas Hervé le Tellier nos presenta a dos matrimonios. Por un lado, el de Anna y Stan y por el otro, el de Louise y Romain. Ambos siguen los mismos patrones: llevan una vida estable y sin sobresaltos, pertenecen a una clase acomodada, tienen buenos trabajos y unos hijos adorables. Pero dentro de ambas relaciones nada es lo que parece, ya que tanto Anna como Louise comienzan a ser infieles a sus parejas y a mantener una doble vida.

Lo curioso es que no se tratan ambas situaciones como dos casos aislados. Todo está entretejido de tal manera que al final terminamos viendo cómo todos los personajes interactúan entre ellos, incluyendo a los amantes de dichas protagonistas. Aunque, sinceramente, no sé si debería llamarlas «protagonistas» porque en este libro todos los personajes tienen la misma importancia.

Este libro habla de amor, pero también de desamor. Vemos cómo unos personajes empiezan a desarrollar ese sentimiento a fuego lento, pero también cómo en otros la llama del amor se va desvaneciendo ya sea por la convivencia, la costumbre, el tiempo o la incertidumbre. En este sentido, creo que la toma de decisiones juega un papel fundamental en la trama. Las decisiones que van tomando los personajes a lo largo de la historia son las que los llevan a que ciertas situaciones desemboquen de una manera o de otra. Y creo que ese aspecto fue el que me pareció más humano en este libro. Los personajes no son perfectos. Unas veces toman decisiones bien fundamentadas, pero en otras ocasiones son más impulsivos y en vez de pensar con la cabeza, lo hacen con el corazón o corroídos por el deseo.

El libro me ha parecido interesante, pero, sinceramente, siento que no ha sido para mí. Puede que haya sido porque me esperaba otra cosa y, en fin, eso es lo malo de las expectativas, que a veces nos juegan una mala pasada. Pero creo que sobre todo ha sido por la forma en la que está escrito. El autor a veces peca de profundo y de existencialista. Me sentía como si estuviera dentro de una película de Woody Allen y ya les adelanto que no soy muy fan del director. Como punto positivo diré que la lectura es ágil y los capítulos son cortitos, pero algunos se me hicieron un pelín pesados y me costaba querer seguir avanzando.

Me da un poquito de pena porque ha sido mi primera toma de contacto con el autor, pero no quiero tirar la toalla con él. Me han dicho que «La anomalía» es mucho mejor, así que intentaré reconciliarme con el autor leyéndolo.