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Crítica de LocuraPorLosLibros


LocuraPorLosLibros
26 November 2022
Prohibido morir aquí es un libro que narra la vida de la señora Palfrey que ha enviudado y decide irse a vivir a un hotel de Londres devenido en geriátrico, donde algunos ancianos que no tienen dónde ni con quien vivir eligen pasar allí el último tiempo que les queda mientras su salud y su billetera se los permita. La señora Palfrey en realidad tiene familiares: una hija y un nieto, pero la primera por vivir en el extranjero y el segundo simplemente por desinterés es que no tienen prácticamente relación y por eso toma la decisión de mudarse allí.

En el Clermont conocerá a otros ancianos con estadía permanente como ella, que, aunque no lo parezcan, son un poco malvados e hirientes y todo lo hacen una especie de competencia. Cuando Laura llegó al hotel les comentó que su nieto iría a visitarla pronto, y como él sigue sin aparecer, comienza a sentirse acosada por sus compañeras y sobretodo a sentir la soledad.

«Ya no tendría a nadie a quien acudir en busca de ayuda, nadie que la tomara del brazo para cruzar una calle, nadie que la consolara ni que escuchara sus noticias, buenas o malas. Estaba completamente expuesta a todo: a las manías de otros ancianos, al invierno inminente, a sus propios achaques y dolores, a su soledad...»

Un día, en un paseo por los alrededores del hotel, sufre una caída y conoce a Ludo, un solitario escritor que le brinda su ayuda. al ver que se preocupa por ella es que comienzan una especie de amistad y forjan una alianza donde Ludo se hará pasar por su nieto frente a los otros ancianos mientras disfruta de su compañía y atención, él a cambio recibe buena comida y bebida (su trabajo como escritor no es remunerado y tiene bastantes limitaciones económicas), y además recibe material para el libro que está escribiendo que curiosamente se llama "Prohibido morir aquí"... ¿Será este mismo? 😮

Ludo es un personaje que cayó bien desde el principio, él también tiene sus problemas y se siente bastante solo. Su madre sólo se preocupa por su pareja, no tiene amigos ni nadie con quien compartir su tiempo: sólo se dedica a escribir. Quizás me hubiera gustado que le prestara más atención a la señora Palfrey, pero a la vez creo que su comportamiento es bastante realista y siento que en el final se redime totalmente.

Este libro nos describe crudamente la vejez y todo lo que el paso del tiempo cambia en la vida de alguien. Nos hace meternos en la piel de esa viejita que ya nadie quiere visitar, que se ha convertido en una carga o un estorbo y es imposible no sentir la soledad de la misma manera que ella la siente.

«Ser viejo era un trabajo duro. Era como ser bebé, pero a la inversa. Un niño pequeño aprende algo nuevo cada día; un anciano olvida algo cada día».

La narrativa es realmente exquisita, es tan descriptiva que, como dije recién, podemos sentirnos como la protagonista y sufrir a la par suya y de los otros ancianos del lugar. Realmente este libro te hace pensar en los abuelos y valorarlos más o, los que ya no están en este mundo, preguntarte de qué manera pasaron su último tiempo de vida y como se sintieron: si sufrieron, si sintieron soledad, aislamiento o incomprensión o si en cambio se sintieron acompañados y queridos. A mí personalmente el libro me dejó reflexionando y no puedo dejar de entristecerme al pensar en la cantidad de personas mayores que sufren la soledad y el abandono, y que pasan sus últimos días sumidos en el dolor y la tristeza...

«Abrió el libro, pero ninguna página parecía ser lo bastante potente para borrar la soledad que sentía».

Los personajes son, casi todos, adorables. Hay pocas excepciones como el dueño del hotel o la mamá y el nieto de la señora Palfrey, pero en cuanto a los ancianos, todos se llevan un pedacito de tu corazón. A pesar de que hay momentos que son odiosos o groseros, hay otros momentos en los que comprendemos el por qué de su forma de ser, de sus sentimientos, sus dolores y frustraciones, conocemos sus anhelos, sus deseos, compartimos sus recuerdos y sus miedos.

Al final lo sentí agridulce. Me dejó el corazón blandito y un nudo en la garganta. Me gustó pero me conmovió mucho y al tocar un tema tan real, me hizo reflexionar de que manera querría que transcurra mi vejez y, por supuesto, desear que sea menos difícil que la de los inquilinos del Hotel Clermont. Les recomiendo mucho, muchísimo este libro y les pido que si aún tienen a sus abuelos, tíos, padres o cualquier amigo o familiar mayor de edad no se olviden de ellos, que les hagan compañía, que pasen tiempo juntos, que le dediquen atención. Recordemos que algún día nosotros también llegaremos a ese tramo de la vida y no nos gustaría sentirnos olvidados.

«“No hay que desear que la vida pase lo más rápido posible”, se dijo a sí misma, pero sabía que, a medida que envejecía, miraba con mayor frecuencia el reloj y siempre era más temprano de lo que creía. En su juventud era siempre más tarde».

En fin, es un historia nostálgica, real, humana. La escritura es fresca y muy cálida. Hay muchas frases preciosas para remarcar que te llegan directo al corazón y te dejan reflexionando. Habla sobre la vejez y la soledad, pero también sobre el amor, sobre la familia, sobre aquellos lazos que no son de sangre pero son incluso más especiales. Es una historia bella y triste a partes iguales. Sin dudas la recomiendo desde lo más profundo de mi corazón.
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